Los primeros seres humanos habían desarrollado la capacidad de pensar y razonar, creaban objetos utilitarios pero también arte y simbolismo. Su capacidad de asombro ante un mundo que hoy nos cuesta imaginar (glaciación, megafauna, etc.) Les llevó a buscar explicaciones, analogías que no tenían base en un razonamiento lógico como el actual; se centran en lo que Claude Levi Strauss llamaba “Pensamiento salvaje”, y no hay nada peyorativo en la frase. Este pensamiento se basaba en analogías, creaba estructuras mentales a las que la realidad nutria y a la vez a las cuales esta se acomodaba. Un hecho que marcó a nuestros antepasados fue la capacidad de la mujer de dar origen a otro ser humano. No podía haber (no hay) un acto más mágico y maravilloso que éste. Múltiples estatuillas de mujeres con anatomía voluptuosa parecen representar las que debieron ser [posiblemente] las primeras diosas: las diosas madres, que por analogía pasaron a simbolizar a la naturaleza. Estos procesos han sido objeto de diversos estudios desde hace muchos años en el viejo mundo europeo. Pero ¿Cuál es la realidad en el territorio que hoy es nuestra Patria?
Dejando de lado el “pachamamismo”, sus tergiversaciones y deformaciones del pensamiento indígena; busquemos [hipotéticamente] a la diosa y pensemos en los primeros tiempos; no hallaremos en el período Lítico (12000 - 6000 aC) representaciones femeninas, tendremos que esperar al Arcaico tardío o formativo inicial (3500 - 2000 aC) para hallar a la diosa primigenia en Caral.
Imágenes hechas de arcilla cocida al sol, pintadas con delicados trazos nos mostrarían el poder y la autoridad de la antigua diosa y sus sacerdotisas [en el entendido de comprobarse una relación entre las representaciones femeninas y simbolismos religiosos]
Rostro grave, seriedad, desnudez sacra, cabello pintado en complejos peinados, collares, largas túnicas en otros casos. Estás imágenes halladas en los valles de Supe y Huaura son el testimonio del poderío que se le habría asignado a una divinidad femenina en tiempos que se gestaba la primera civilización en estos territorios. Pero ¿Quién es ella? ¿Quedará rastro de su nombre? ¿Cuáles eran sus poderes? ¿Podemos reducirla a decir simplemente que es “la madre tierra”?
La costa norcentral, escenario de la civilización Caral a la cual pertenecen estas imágenes nos da una pista en la búsqueda de más información de la diosa. Hacia 1609 una fuerte campaña de extirpación de idolatrías fue iniciada por el Arzobispado de Lima. El motivo: la deficiente catequización realizada por los encomenderos y la permanencia de los cultos indígenas. Sacerdotes jesuitas pasaron por Vegueta y recogieron un relato conocido por muchos que narra la lucha entre dos divinidades masculinas: Pachakamak y Wichama. En esta tradición luego publicada por el cronista Antonio de la Calancha hay un personaje al que no se le da toda la importancia que debiera: una mujer. Veamos esto con detalle.
En el relato se menciona un tiempo de cambio climático, una terrible sequía que acaba con la humanidad a excepción de una pareja… pero el hombre muere y sobrevive la mujer. Esta es fecundada por el sol y da a luz un niño que a su vez es sacrificado por Pachakamak para obtener alimentos para una nueva humanidad. La mujer presa del dolor acude al sol quien resucita al niño a partir de su cordón umbilical y se origina Wichama quien luego partirá a recorrer el mundo. Pachakamak desea asesinarlo, pero al no hallarlo mata a la mujer. Sigue en el relato la lucha entre los dioses y aunque la mujer es resucitada por Wichama su rol es totalmente secundario, luego, prestemos atención a ciertos detalles: la mujer tiene mayor capacidad de resistencia, tiene comunicación con el dios sol, se enfrenta a Pachakamak, es objeto de la terrible furia de este dios, tiene el privilegio de ser resucitada (se menciona que de ella solo quedaban cabellos y huesos pues fue devorada por cóndores y gallinazos). No estamos ante una mujer cualquiera. Pero, es una diosa? Cuál es su nombre? El relato es recogido por sacerdotes católicos, en tiempos tardíos. Veamos más.
En la sierra del norte de Lima, partes de Ancash, Huánuco y Pasco (la zona oriental del área costeña de la civilización Caral) se recogen relatos en el virreinato, y en la república con rezagos en bailes actuales sobre un poderoso ser femenino, poseedor de las semillas que posibilitan la agricultura… pero si estamos pensando en un ser benévolo, una madre dadivosa que extiende su manto protector a la humanidad, cuál se quiere pintar muchas veces hoy, estaremos muy equivocados. Se trata de Mama Raywana, un ser a quien la humanidad acude en búsqueda de semillas, las cuales ella niega, son las aves quienes lograrán obtenerlas por medio de tretas, chantajes que en algunas versiones llegan al secuestro de su hijo o su asesinato. Solo luego de esto se obtiene las semillas para la agricultura. En nuestra opinión el nexo está claro: tanto en el relato de Vegueta como en el de Mamá Raywana un niño muerto es el pago por las semillas o los alimentos. Pero en el relato de Pachakamak queda claro que el tiempo de la diosa quedaba atrás… tanto así que hasta su nombre era omitido, cosa que en la sierra no ocurrió. En la actualidad la danza Raywana se sigue representando con una comparsa de animales entre los que resalta el zorro y las aves.
Con la desaparición de la civilización Caral acababa el tiempo de la diosa? Al parecer no. En el sitio arqueológico de Vichama, valle de Huaura, (de los tiempos finales de Caral y que le sobrevive algunos siglos) la imagen de la diosa permanece, su imagen aparece acompañada de sacerdotes varones y mujeres pero uno de sus templos es sellado, sobre el se construye uno nuevo donde resalta la imagen de un sapo antropomorfo emergiendo del subsuelo, fue acaso el símbolo de uno de los dioses masculinos que le quitó parte de su poder? Continuó el culto a la diosa en otro lugar, Chavín de Huántar está lleno de representaciones antropomorfas con rasgos animales, algunas de ellas son claramente femeninas, carecen casi de vestimenta y ostentan genitales llenos de colmillos: “la vagina dentada”, el análisis de la vestimenta, que nada tiene que ver con lo “andino” será algo muy importante para dilucidar parte de este tema.
Es muy probable que estemos viendo dioses donde hay diosas...
Departamento de Estudios en Arqueología e Historia -DEAH
Pedro Vargas Nalvarte, Jefe de Departamento, Licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Magister en Lingüística por la misma casa de estudios, investigador del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural UNMSM y de la Asociación Peruana de Arte Rupestre.
Nota: [los comentarios en corchetes son notas del editor para mejor comprensión de la lectura que desde ya se precisa que se encuentra en clave de reflexiones hipotéticas conforme a los indicios señalados por el autor]
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