La geopolítica de la economía ante las nuevas plataformas multipolares
- Mario Ramos
- hace 46 minutos
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Cuando decimos que los pueblos, y en especial los del Sur Global, aspiran a un sistema mundial (económico, social y político) que haga realidad sus aspiraciones de Buen Vivir y la soberanía de sus Patrias, sus élites pensantes saben que el actual escenario multipolar ofrece oportunidades sustanciales que el anterior marco internacional unipolar, otanista y neoliberal, globalista, hacía inviables. Pero ¿qué permitiría aprovechar estas oportunidades?
Describamos primero cuáles son las principales oportunidades que las plataformas multipolares pueden brindar al Sur Global y luego respondamos la pregunta planteada.
1) Diversificación de las relaciones: Los BRICS y otras plataformas multipolares ofrecen al Sur Global una vía crucial para reducir su histórica dependencia económica y subordinación política al hegemón occidental, lo que favorece el fortalecimiento de su autonomía estratégica.
2) Nuevas fuentes de financiamiento: Instituciones como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS y otros bancos no controlados por Occidente, brindan alternativas de crédito para infraestructura y desarrollo, sin condicionamientos políticos y con condiciones menos onerosas y alineadas con las prioridades del Sur Global, que las impuestas por el FMI o el Banco Mundial.
3) Acceso a vastos mercados: China e India son mercados formidables y en crecimiento. Brasil y Rusia (a pesar de las sanciones) ofrecen complementariedades. Los BRICS+ amplían aún más este panorama. Esto diversifica los destinos de exportación de materias primas, manufacturas y, potencialmente, servicios.
4) Fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur: Los BRICS y las nuevas plataformas multipolares buscan promover una cooperación más horizontal entre los países del Sur Global, basada en el respeto mutuo y los beneficios compartidos, en contraste con las históricas relaciones asimétricas con Occidente. Cabe destacar que Occidente es una categoría geopolítica que no necesariamente coincide con la realidad geográfica. Por lo tanto, Nuestra América, ubicada en el hemisferio occidental, no puede considerarse parte de Occidente desde una perspectiva geopolítica/geoestratégica.
5) Impulso a la multipolaridad: La multipolaridad es un proceso dinámico y en desarrollo que el sistema unipolar intenta frenar e incluso destruir. El impulso a la multipolaridad debe ser constante para lograr su consolidación y para que el Sur Global encuentre más espacios para promover sus intereses específicos y su modelo de desarrollo alternativo.
El surgimiento de plataformas multipolares como los BRICS (y su expansión) representa un cambio radical en el orden global, ofreciendo alternativas al sistema económico y financiero tradicionalmente dominado por Occidente (atlantista/globalista). Para Nuestra América, esta nueva geometría plantea una pregunta crucial: ¿Pueden estas plataformas ofrecer un nuevo tipo de cooperación que apoye sus aspiraciones de desarrollo soberano?
La respuesta es sí, el potencial está ahí, pero hay condiciones para que ese potencial existente se convierta en realidad, siendo una de las principales la acción regional conjunta.
Además, se deben considerar los siguientes aspectos:
1. Asimetrías: Dentro de los BRICS, China ejerce una influencia económica y política desproporcionada. Para América Latina, existe el riesgo de sustituir una dependencia (de EE. UU./UE) por otra (de China), especialmente en materia de comercio e inversión. La relación debe gestionarse con pragmatismo y una clara defensa de los intereses nacionales.
2. Agenda propia: Los BRICS tienen su propia agenda centrada en sus prioridades estratégicas (seguridad energética, acceso a recursos, expansión geopolítica). Nuestra América debe articular su propia agenda proactiva para asegurar que la cooperación responda eficazmente a sus necesidades de desarrollo industrial, tecnológico, social y ambiental.
3. Cohesión interna de los BRICS: Los BRICS no son un bloque monolítico. Presentan diferencias políticas y económicas, así como rivalidades estratégicas (por ejemplo, India-China). Esto puede limitar su eficacia y consistencia.
4. Falta de cohesión regional en Nuestra América: La fragmentación política y económica actual es su mayor debilidad, lo que debilita su capacidad de negociación colectiva. Sin una estrategia regional coordinada, el beneficio será desigual y negativo.
5. Modelo extractivista: Existe el riesgo de que la relación con los BRICS, especialmente con China, refuerce el patrón histórico de nuestra región de exportación de materias primas con escaso valor añadido, perpetuando así la vulnerabilidad económica. La cooperación debe priorizar claramente la transferencia de tecnología, la industrialización y la diversificación productiva.
6. Incertidumbre geopolítica: Si Nuestra América logra definir sus intereses fundamentales como región, esto necesariamente se reflejará en su política internacional, mitigando con ello la incertidumbre geopolítica ante los conflictos que surjan en el tablero geoestratégico, promoviendo la confianza mutua y la voluntad de cooperar.
Para cerrar y responder a la pregunta que propusimos al principio: ¿Pero qué permitiría aprovechar estas oportunidades?
Nuestra región está sobredeterminada por condiciones históricas específicas, una de las principales es el hecho de que nuestro capitalismo nació subordinado a su fase imperialista, lo que produjo una oligarquía aparejada a sus intereses, lo que explica las causas de nuestro estancamiento en varios rubros.
Esta oligarquía es la causa de nuestro desarrollo lento, deformado y tortuoso, lo cual no le ha impedido enriquecerse enormemente, ya que precisamente el modelo de “desarrollo” que ha impuesto ha dependido y se ha articulado con las necesidades de los países centrales. (Un dato crucial: América Latina pierde 150.000 millones de dólares anuales debido a la fuga de capitales (CEPAL).
Esta oligarquía, por ejemplo, no se ha interesado en el desarrollo de un mercado interno, y lo que se ha creado, en muchos casos, no ha sido más que una extensión del mercado metropolitano. Tampoco se ha interesado por la unidad geopolítica regional, lo cual se reflejó en la destrucción de la UNASUR o en la falta de dinamismo de otras plataformas de integración.
Raúl Prebisch ya lo dijo hace décadas: «Nuestra América necesita una estrategia propia y cohesionada, y no buscar salvadores externos». Pero esa tarea histórica recae en nuestros pueblos; las oligarquías latinoamericanas han demostrado tener otros intereses que no obedecen a los de nuestra región.
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