La homosexualidad y sus múltiples reclamos es un tema actual y de intenso debate, en uno de tantos posts y 'memes' difundidos, recordamos mucho uno del congresista Carlos Bruce, donde este señalaba que, ante la vista de una cerámica de la cultura Moche, y que dada la antigüedad de la homosexualidad en el Perú, sus proyectos eran viables. No es nuestro propósito entrar en debate de temas actuales pero si deseamos mostrar sólo un par de temas relacionados a la homosexualidad en el antiguo Perú: su aspecto sacro en la costa y la fobia y rechazo en los andes. Antes de ello una pequeña aclaración: Es algo muy común hablar de los famosos 'huacos eróticos' moche como un hecho anecdótico y casi humorístico que demostraría 'la picardía y el humor erótico' de los antiguos peruanos. Antes de entrar a nuestros temas sólo deseamos decir que NO se puede interpretar estas cerámicas bajo parámetros actuales, nos separan más de 1500 años de esas cerámicas y los valores bajo los cuales fueron creadas no son los mismos que los nuestros.
Para lo referido en la costa usaremos dos fuentes: la arqueológica analizada brillantemente por el antropólogo Jurgen Golte y la etnohistórica del genial cronista Pedro Cieza de León, quien llegara al Perú sólo veinte años después de la destrucción del Imperio del Tawantinsuyo.
La cerámica Moche es objeto de múltiples estudios, su maravillosa escultura y refinados dibujos hechos en trazos de pincel fino han sido analizados como un medio de buscar información acerca de los más variados aspectos de su vida. Algo que Golte hace notar en sus múltiples trabajos es que se ha analizado los dibujos (realizados en el cuerpo de la vasija) de modo separado de la escultura que, muchas veces se encuentra en la parte superior de esta. Este autor realiza el análisis completo y la información que obtiene le permite reconstruir relatos tradicionales y ceremonias de los cuales hasta hace una década sólo teníamos una visión parcial o sesgada. Uno de los aportes más interesantes es el de hacer notar que la famosa 'cerámica erótica' reviste un significado muy especial relacionado a cultos a la fertilidad y los ancestros.
En la ideología de los pueblos moche (0 - 650 dC) los ancestros revisten una gran importancia, ellos, desde el mundo de los muertos se encargan de propiciar la fertilidad y la producción en el mundo de los vivos, sin embargo, hay algo que ellos no tienen: semen. Diversas vasijas recuperadas de saqueos y excavaciones arqueológicas nos muestran un plato en cuyo fondo se ha representado a una mujer desnuda con las piernas abiertas y los labios de su vagina igualmente abiertos; lo que para algunos es una 'humorada' (casi reduciéndola al patético papel de una broma de despedida de solteros), es en realidad una vasija para contener una ofrenda de semen, el cual debe ser destinado al mundo de los muertos. Existe otra vasija donde se observa a muertos realizando actos sexuales mientras algo en forma de pequeños círculos cae desde la parte superior; pero; esto es lo pintado en el cuerpo de la vasija, lo esculpido en la parte superior es lo que termina de hacernos comprender lo que sucede: un varón se está masturbando, lo que cae hacia el mundo de los muertos es el sémen que ellos necesitan. Al parecer, de acuerdo a lo planteado por Golte, interpretando el contenido de las vasijas, es lo siguiente: el mundo de los muertos requiere de semen para poder ayudar al mundo de los vivos a procrear y multiplicarse; el modo en que ellos obtienen sémen es mediante ofrendas del mundo de los vivos. Este sémen se obtiene al realizar actos sexuales que no conllevan a fecundar a una mujer: masturbación y sodomía (tanto entre una pareja heterosexual como una homosexual). Si, es aquí donde finalmente llegamos a algo relacionado directamente al tema de este artículo: las relaciones sexuales entre dos hombres en el mundo moche no tienen por objetivo principal obtener placer ni manifestar amor: son medios para realizar una ofrenda al mundo de los muertos. Para terminar de tener el panorama claro veamos que nos dice Pedro Cieza de León en su Crónica del Perú, lo citaremos largamente por considerar de mucho interés esta información:
«Capitulo LXIV
Cómo el demonio hacía entender a los indios de estas partes que era ofrenda grata a sus dioses tener indios que asistiesen en los templos para que los señores tuviesen con ellos conocimiento, cometiendo el gravísimo pecado de la sodomía.
En esta primera parte de esta historia he declarado muchas costumbres y usos de estos indios, así de las que yo alcancé el tiempo que anduve entre ellos como de lo que también oí a algunos religiosos y personas de mucha calidad, los cuales, a mi ver, por ninguna cosa dejarían de decir la verdad de lo que sabían y alcanzaban, porque es justo que los que somos cristianos tengamos alguna curiosidad, para que, sabiendo y hacerles entender el camino de la verdad, para que se salven. Por tanto, diré aquí una maldad grande del demonio, la cual es que en algunas partes de este gran reino del Perú solamente algunos pueblos comarcanos a Puerto Viejo y a la isla de la Puna usaban el pecado nefando, y no en otras. Lo cual yo tengo que era así porque los señores incas fueron limpios en esto y también los demás señores naturales. En toda la gobernación de Popayán tampoco alcancé que cometiesen este maldito vicio, porque el demonio debía de contentarse con que usasen la crueldad que cometían de comerse unos a otros y ser tan crueles y perversos los padres para los hijos. Y en estos otros, por tenerlos el demonio más presos en las cadenas de su perdición, se tiene ciertamente que en los oráculos y los adoratorios donde se daban las respuestas hacían entender que convenía para el servicio suyo que algunos mozos desde su niñez estuviesen en los templos, para que a tiempo y cuando se hiciesen los sacrificios y fiestas solemnes, losy otros principales usasen con ellos el maldito pecado de la sodomía. Y para que entiendan los que esto leyeren como aún se guardaban entre algunos esta diabólica santinomia, pondré una relación que me dio de ella en la ciudad de los Reyes el padre fray Domingo de Santo Tomás, la cual tengo en mi poder y dice así:
‘Verdad es que generalmente entre los serranos y yungas el demonio ha introducido este vicio debajo de especie de santidad, y es que cada templo o adoratorio principal tienen un hombre o dos más, según es el ídolo, los cuales andan vestidos como mujeres desde el tiempo que eran niños, y hablaban como tales, y en su manera, traje y todo lo demás remedaban a las mujeres. Con estos, casi como por vía de santidad y religión, tienen las fiestas y días principales su ayuntamiento carnal y torpe, especialmente los señores y principales. Esto se porque he castigado a dos: el uno de los indios de la sierra, que estaba para este efecto en un templo, que ellos llaman huaca, de la provincia de los Conchucos, término de la ciudad de Huánuco; el otro era de la ciudad de Chincha; indios de su majestad, a los cuáles hablándoles yo sobre esta maldad que cometían, y agravándoles la fealdad del pecado, me respondieron que ellos no tenían culpa, porque desde el tiempo de su niñez los habían puesto allí sus caciques para usar con ellos este maldito y nefando vicio y para ser sacerdotes y guarda de los templos de sus ídolos. De manera que lo que les saqué de aquí es que estaba el demonio tan señoreado en esta tierra que, no no contentándose con hacerlos caer en pecado tan enorme, les hacía entender que el tal vicio era especie de santidad y religión, para tenerlos más sujetos’
Esto me dio de su misma letra fray Domingo, que por todos es conocido y saben cuan amigo es de verdad».
Si bien obviando ciertos detalles (como que el demonio tiene la culpa de todo) el texto se explica solo; sin embargo, resumamos la información más interesante. Existe la idea que los Señores Inkas estaban libres de la sodomía así como la mayoría de señores; sin embargo, el autor descubre luego que hay templos (hasta la implantación del virreynato en 1541 la vida en costa y andes no había cambiado mucho) donde los sacerdotes criaban niños travestidos para que los señores tuviesen con ellos relaciones sexuales en un marco sagrado de ofrenda a sus dioses; se deja entrever incluso que este era el caso de los mismos sacerdotes. Es interesante notar que además de una mención que hace el cronista que el mismo ve a dos de estos individuos, cite a Fray Domingo de Santo Tomás, un verdadero erudito en el quechua costeño y en pueblos yungas, este realizó la mayor parte de su labor pastoral en... la costa norte. Si, exactamente del mismo lugar donde las vasijas analizadas por Golte fueron producidas.
A nuestro entender, y del lector acucioso, todo queda claro: la homosexualidad en la costa norte y otros lugares era parte de un ritual a ciertas divinidades que requerían de semen, resultado de uniones sexuales no productivas. Para esto se criaba niños cual si fuesen mujeres en vestimenta, trato, voz y costumbres. Sin embargo, si la nobleza cusqueña estaba fuera de estas actividades y, según se lee en el mismo Cieza y en Garcilaso de la Vega, la gente de la sierra aborrecía la sodomía y era uno de los motivos para desprestigiar a los costeños, ¿por qué habían templos de este tipo en la sierra (Conchucos y Cieza menciona que ve a dos de estos indios travestidos en el Collao)? La respuesta a esto se encuentra ya mencionada: no se trata de una homosexualidad por 'amor' o placer: es parte de un culto religioso relacionado a los ancestros en la costa norte y muy probablemente sea el mismo caso en la sierra. Se menciona que fray Domingo castiga a uno de estos indios en Chincha, allí tenemos una pista interesante. En Chincha se adoraba a Chinchaykamak, este era un oráculo y formaba parte de la red de 'huacas familia' del poderoso Pachakamak, el más poderoso dios costeño, adorado desde Ecuador hasta Chile, en todos los andes e incluso la amazonía. Siendo Pachakamak un dios que habitaba el subsuelo, donde según los Moche se hallaba el mundo de los muertos ¿acaso los señores Inkas respetaron estos templos de travestidos por temor a la feroz divinidad de los terremotos? Futuras investigaciones nos darán mayores resultados.
Pedro Vargas Nalvarte, Lic. en Arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y candidato a Magister en Lingüística por la misma casa de estudios, director de diversos proyectos arqueológicos, investigador del Laboratorio de Paleontología de vertebrados del Museo de Historia Natural y de la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR),
DEAH - Departamento de Estudios en Arqueología e Historia
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