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Carlos. X. Blanco

El Regreso de las Civilizaciones


Por Carlos X. Blanco, Doctor y profesor de filosofía. Autor de numerosos ensayos y novelas, así como de recopilaciones y traducciones de David Engels, Ludwig Klages, Diego Fusaro, Costanzo Preve, entre otros. También colabora de manera habitual con diferentes medios de comunicación digitales.


La multipolaridad comenzó a enterrar las pretensiones de una “civilización humana universal” y a reafirmar la pluralidad de civilizaciones: los nuevos actores geopolíticos.


Unas relaciones más estrechas entre los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) podrían convertirse en una condición indispensable para la progresiva superación y abandono de la ONU y otras instituciones obsoletas, ineficaces o claramente alineadas con la hegemonía del norte -estadounidense-.

Recientemente –el día de Año Nuevo de 2024– el número de países miembros aumentó, lo que hizo imposible modificar o ampliar el acróstico, y los BRICS ampliados pueden designarse como BRICS+. Los nuevos países añadidos proceden del mundo musulmán y africano. Se planeó la incorporación total de Argentina, ubicada fuera de estas coordenadas y con enorme potencial para unirse a su vecino Brasil, pero el fenómeno Milei lo desestabilizó todo.


Entre los países fundadores y los nuevos miembros, hay varias potencias regionales medianas, que ocupan posiciones estratégicas (Irán, Arabia Saudita, Brasil, Sudáfrica), así como potencias con posibilidades globales –y no sólo regionales– como Rusia, China e India. Aunque tienen la posibilidad de ejercer influencia global, estas tres grandes potencias no han expresado el deseo de convertirse en “la hegemonía”, de la misma manera que Estados Unidos es hoy una hegemonía unipolar. La vocación de todos los BRICS, ya sean grandes, medianos o pequeños, es desarrollar un mundo diferente, un mundo multipolar.


Todas estas potencias enfrentan dificultades en su desarrollo, tienen “trabajos pendientes”, incluso experimentan tensiones entre ellas y manifiestan rivalidades en diferentes temas, pero tienen un telos o una causa final: liberarse del yugo de la “hegemonía”. La hegemonía estadounidense, empeñada en preservar –a sangre y fuego– su unipolaridad, sólo admite colonias o Estados sumisos. Los Estados sumisos tienen durante un tiempo la ilusión de ser “socios y aliados”, palabras que parecen referirse a una relación de igualdad y una participación proporcional o equitativa en los beneficios del saqueo del resto de la humanidad. Pero todo esto resultó ser mentira.


Durante mucho tiempo, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la opinión pública y algunos gobiernos occidentales o pro-occidentales creyeron toda esta historia. El “mundo libre” garantizaría a la población sometida paz, derechos humanos, estabilidad democrática y una sociedad de abundancia para una clase media en auge.


La historia del “mundo libre” comenzó a desmoronarse con la crisis económica global de 2007. Se hizo evidente que los métodos especulativos de Estados Unidos y, en general, de la anglosfera, no eran más que virus muy peligrosos que podían infectar a cualquier economía capitalista que no mantuvo ciertos elementos clásicos en sus reglas de funcionamiento: a) un alto nivel de control estatal en las esferas financiera, monetaria y productiva, b) un alto nivel de proteccionismo en las industrias y la actividad agrícola, c) soberanía económica total que permita una planificación productiva a largo plazo y el cierre relativo y estrictamente regulado de fronteras.


A partir de 1945, los países occidentales comenzaron a renunciar a todos los mecanismos y reglas que pudieran garantizar su soberanía económica. Esto, así como la soberanía militar, que necesariamente está entrelazada con ella, garantiza cualquier soberanía posible. El “Occidente colectivo” ha caído en una desafortunada situación colonial: sus economías están expuestas a todas las posibles infecciones provenientes del sistema estadounidense, un sistema progresiva y peligrosamente desconectado de la realidad, basado en burbujas especulativas que tienden a estrangular la producción.


La prueba más notoria de la situación neocolonial fue el caso “Nord Stream” (en 2022), el sabotaje que probablemente se llevó a cabo bajo órdenes de Estados Unidos. La potencia hegemónica, en su lucha desesperada por mantener su poder indiscutible y mantener al mundo en la unipolaridad, no sólo ha declarado la guerra a las potencias en decadencia y a los países del Sur durante décadas, sino que los estadounidenses también han estado librando una guerra secreta contra sus países “socios, aliados y amigos”, es decir, las pequeñas potencias de Europa Occidental. Para este codicioso Tío Sam, es esencial que fuera de la anglosfera (su primera capa de secuaces y amigos), todo el Occidente no anglosajón sea sumiso y funcione como colonia y campo de batalla.


Los estadounidenses se rieron en la cara de los ingenuos e impotentes alemanes al cortar brutalmente el suministro de gas barato y cercano a Rusia. Una cooperación euroasiática totalmente natural y necesaria, que incluye la inserción de Rusia en Europa (los rusos eslavos son europeos, aunque también hay una Rusia asiática, mientras que los yanquis no lo son) así como la inserción de Europa en Asia, de la que somos, en último termino, un apéndice, fue amputada. Cuando las autoridades alemanas aceptaron sumisamente el hecho brutal del sabotaje, así como la intimidante prohibición del bruto yanqui de comprar libremente gas ruso y aceptar el gas mucho más caro de América del Norte, el neocolonialismo de la hegemonía mostró al mundo su terrible cara.


El resto del mundo fue testigo de esto. El Sur global ha visto cómo el amo trata a sus secuaces, los secuaces de tercer nivel, como los alemanes y los franceses y los otros perros ladradores de la Unión Europea que están a punto de tirar los restos de su “Estado de bienestar” para apoyar a la Unión Europea y al dictador Zelensky y su pandilla corrupta y neonazi.


El Vietnam centroeuropeo que es Ucrania, el Afganistán a tiro de piedra de Alemania y Francia, la Ucrania ultranacionalista de la que los “marines” y los “colaboradores” siempre salen con el rabo entre las piernas, pretende ahora ser un problema transferido para una Europa indigna. Los americanos dejan la “papa caliente” a sus “socios” europeos, a una UE otanizada que acepta una tras otra las imposiciones del Pentágono, y que permite personajes siniestros o serviles, como Borrell, Úrsula o el doctor Sánchez (conocido como “Dr. Muerte” durante sus confinamientos durante la pandemia de COVID-19) se autodenominan “europeos”, cuando en realidad son sólo los mensajeros del Partido Demócrata yanqui, es decir, la facción más belicosa y criminal del establishment estadounidense, ya de por si belicoso y criminal.


En España, nuestro Doctor Muerte local prometió esta semana alrededor de 1.100 millones de euros al dictador ucraniano, otro dibujante de cómics convertido en carnicero. Estos mil millones se dedicarán a armas, y ello en un contexto crítico para España, a saber: a) el progresivo desmantelamiento de la pequeña industria y del sector agrícola del país, entregado a los lobbies marroquíes que controlan Madrid y Bruselas, b) la extrema debilidad del ejército español, incapaz de repeler cualquier anexión unilateral o cualquier nueva “Marcha Verde” de los marroquíes hacia Ceuta, Melilla, Canarias o el sur de España en general, c) la progresiva erosión y desmantelamiento del “Estado de bienestar” español, ya precario, donde el número de brazos inactivos y bocas hambrientas sigue aumentando, debido a la falta de inversiones productivas y a la acogida ilimitada de poblaciones africanas y de otras latitudes.


En España, la pobreza infantil y el número de hogares rotos están aumentando (en parte por políticas de supuesto “empoderamiento” de las mujeres y la ideología LGTBIQ+). Al mismo tiempo, el sistema escolar se ha deteriorado de manera preocupante, y la ignorancia y el fraude se han extendido a niveles más altos. Triunfó la “cultura” del hedonismo, la abulia, la ideologización de clase y la falta de rigor en la concesión de diplomas. Creó una sociedad moralmente enferma, descompuesta y empobrecida hasta los huesos. Procesos similares están en marcha en otros países de Europa occidental. La única forma de vivir es el sector servicios, el turismo (el gran destructor de la diversidad productiva), la especulación. Los talentos se mutilan y la gente vive en una fuerte desconexión con la realidad.


La gran esperanza de BRICS+ es que esta red o sistema de poderes funcione como una ONU alternativa, en la que se elaboren verdaderas leyes internacionales, y no sólo “reglas”. Los tiranos establecen reglas, pero la ley y la soberanía dictan leyes. El establecimiento de transacciones desdolarizadas, la inmunidad contra las sanciones arbitrarias de la hegemonía, la posibilidad de volver a una financiación equitativa –y no usurera– del desarrollo de los países más necesitados de tecnología, talento y dinero, abren un horizonte humanista. Después de la serie de invasiones, golpes de Estado, guerras híbridas de conquista, asesinatos selectivos, bombardeos “humanitarios”, etc., etc. cometidos por los yanquis, la humanidad casi había perdido la esperanza de que alguna institución internacional pudiera erigirse con autoridad y prestigio y fuera capaz de encauzar las relaciones entre naciones soberanas, o incluso entre civilizaciones, de manera solidaria, cooperativa y anticolonialista.


La Organización de Cooperación de Shanghai (上海合作组织, Шанхайская организация сотрудничества), una de las más importantes del mundo en términos de población y tamaño del planeta que representa, también puede constituir una barrera eficaz contra la agresividad depredadora de la hegemonía estadounidense. Este tipo de marco institucional abre la puerta a una cooperación leal en todos los ámbitos: a) transferencias comerciales, financieras y tecnológicas, b) intercambios culturales y educativos, c) construcción de entornos seguros donde el terrorismo financiado por Estados Unidos y la OTAN, así como las ONG injerencistas y otras unidades de guerra híbrida, sean debidamente neutralizadas.


Es urgente para nosotros, habitantes de un Occidente colonizado, ciudadanos de una Europa postrada, crear todo tipo de asociaciones culturales, humanitarias, comerciales, estudiantiles y profesionales, así como plataformas mixtas de encuentro virtual y presencial con estos países que no son miembros de la OTAN y países no hegemónicos, países que están dando pasos decisivos hacia la desamericanización, la desdolarización, enfrentando el neoliberalismo y el militarismo agresivo inherente a él. Nos corresponde a los españoles lanzar una movilización ciudadana masiva contra la OTAN y contra cualquier implicación en una guerra suicida contra Rusia. Debemos abogar por la celebración inmediata de conferencias de paz para resolver el conflicto ucraniano y comenzar a organizar una política europea común a favor de una mayor integración euroasiática. Es urgente que las naciones europeas se reindustrialicen y se abastezcan de sus propios agricultores, que dirijan sus fuerzas armadas hacia la defensa de su territorio (como es el caso urgente en el sur de España, expuesto a la invasión) y no hacia la guerra contra Rusia. Es necesario colaborar con la potencia tecnocientífica del siglo XXI, China, integrando a nuestros países en su “nueva ruta de la seda” para beneficio recíproco.


En España sabemos que los norteamericanos se desarrollaron a costa nuestra. Después de despojar a México de gran parte de su territorio y, poco antes, del territorio español, exterminaron a los indígenas de América, luego despojaron a España de sus provincias de Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas, provocando así grandes genocidios. Desde entonces, el imperio yanqui es el imperio de la muerte, el dolor y la esclavitud. Como dice A. Dugin, y varios filósofos chinos actuales, el imperio yanqui es sólo un paréntesis. Ahora, es el momento de las civilizaciones, plurales, de mundos autocéntricos pero colaborativos, de grandes espacios imperiales que mantengan el orden internamente y cooperen sin colonizar externamente. Los viejos imperios tradicionales están de regreso, vestidos con las ropas del futuro, mientras la brutal, antitradicional y artificial talasocracia yanqui retrocede.


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