Por Alexander Dugin
Corea del Norte es bellísima y resulta curioso que la palabra coreana “juche” (주체) sea un término profundamente filosófico que significa “sujeto” o, incluso, Dasein en un sentido heideggeriano. Esta palabra encierra a todas las demás: independencia, libertad y soberanía de una civilización.
La historia de Corea, y especialmente la de sus regiones septentrionales (el antiguo Joseon gobernado por la divinidad Tangun), es una historia cargada de un profundo significado espiritual. Corea fue capaz de enfrentarse a la gran China e incluso resistir los repetidos intentos del poderoso Japón de invadirla (especialmente sus regiones del sur, donde los coreanos son más frágiles y sensibles que los estoicos del norte) gracias a sus mitos. Por otro lado, Corea adoptó de los chinos elementos como la escritura, la cultura, el confucianismo, el taoísmo y el budismo, este último reinterpretado bajo los estándares de sofisticación y refinamiento de la cultura china. Corea reconoció la grandeza de Catay, pero siempre ha conservado el núcleo de su inquebrantable y poderosa cultura: el “juche”.
Solo los ignorantes y despreciables liberales, que no son más que esclavos al servicio de Occidente, se burlan del Juche. Rusia necesita una ideología como el juche, un juche ruso, lo que quiere decir el reinado del Sujeto, la fuerza y el poder del Dasein ruso. Ahora Putin va a Corea: lo grande se acerca a lo pequeño, pero este último se siente orgulloso de sí mismo. No se trata de una condescendencia, sino de un dialogo de sujetos: el juche habla con el juche.
La mejor forma de entender correctamente este problema es la siguiente: Rusia, si quiere ser un sujeto, es decir, un juche, debe comportase de acuerdo a algunos parámetros, sin importar que nos consideremos como parte de la civilización occidental. En caso de que seamos occidentales, entonces debemos convertirnos en el verdadero Occidente: bizantino, ortodoxo y katehónico, aunque seria mejor pensarnos como el continente-ruso o la civilización rusa.
La civilización es, ante todo, una entidad que tiene un centro dentro de sí misma y que solo confía en su fuerza y su inteligencia. Además, la civilización es una entidad soberana que únicamente esta por debajo del Cielo y que solo sigue los mandatos del cielo. Por supuesto, la civilización es el juche.
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