Reseña del libro el Momento Populista: el fin de la derecha contra la izquierda de Alain de Benoist
- Alexander Raynor
- 18 jul
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 20 jul

En el momento populista: el fin de la derecha contra la izquierda, Alain de Benoist desmantela la dicotomía tradicional entre izquierda y derecha y presenta una crítica contundente de la crisis de legitimidad de la democracia liberal. A medida que los movimientos populistas cobran impulso en todo el mundo occidental, de Benoist sostiene que lo que estamos presenciando no es una regresión política, sino el surgimiento de un nuevo paradigma político inacabado, impulsado por el despertar del pueblo contra una élite distante y tecnocrática. Esta reseña explora la audaz reformulación de de Benoist sobre la democracia, la soberanía y la identidad en el siglo XXI.
Esta obra presenta una exploración sucinta pero contundente de la erosión de la dicotomía política entre izquierda y derecha y el auge de una nueva división populista entre el pueblo y las élites. Alain de Benoist, figura central de la Nueva Derecha francesa, sostiene que las categorías a través de las cuales entendemos tradicionalmente la política han quedado obsoletas. En su lugar, ha surgido una nueva división que refleja mejor las tensiones subyacentes a los trastornos sociales y políticos actuales.
El libro comienza con una observación sorprendente de la opinión pública en Francia: una abrumadora mayoría de ciudadanos, incluso antes de unas elecciones nacionales, expresaron su creencia de que el resultado sería irrelevante o decepcionante. Esto sienta las bases para la tesis central de de Benoist: las democracias liberales están atravesando una profunda crisis de legitimidad, que ha dado lugar a un nuevo momento político definido no por la ideología, sino por el descontento. Este descontento, argumenta, se ha cristalizado en un momento populista, una irrupción ambigua, polivalente, pero no por ello menos vital, en el espacio político por parte de aquellos que durante mucho tiempo han sido ignorados o excluidos.
A lo largo de la obra, de Benoist hace hincapié en que el populismo debe entenderse no como una ideología singular, sino como una dinámica política, una lógica de oposición entre «el pueblo» y «las élites». Lo que distingue esta oposición de la lucha política tradicional es que no se organiza únicamente en torno a la clase económica, ni en torno a alternativas programáticas claras. Más bien, está animada por un rechazo de la política institucionalizada, una creciente desconfianza hacia la clase política y un deseo de restaurar la soberanía y la agencia democrática.
El argumento resulta especialmente convincente cuando de Benoist analiza la convergencia de los principales partidos políticos en las últimas décadas. Observa que los partidos de centroizquierda y centroderecha de toda Europa han adoptado efectivamente los mismos modelos gerenciales y tecnocráticos, abrazando la economía neoliberal, las políticas globalistas y una visión despolitizada de la gobernanza. En consecuencia, los votantes se sienten cada vez más alienados; las elecciones ofrecen una elección formal sin alternativas sustantivas. En este contexto, los movimientos populistas surgen no como elementos marginales, sino como expresiones de un impulso democrático más profundo: la insistencia en que la política debe volver a ser significativa y representativa.
Lo que hace que el enfoque de de Benoist sea intelectualmente atractivo es su negativa a caer en categorías partidistas. Se basa en una amplia gama de interlocutores intelectuales, incluidos teóricos típicamente asociados con la izquierda. Realiza una crítica comprensiva de los pensadores de izquierdas que cuestionan la ortodoxia liberal, así como de los teóricos populistas que ven en este momento las semillas de un nuevo futuro político. Esta amplitud no es simplemente eclecticismo, sino que refleja la convicción de de Benoist de que la crisis actual trasciende las categorías tradicionales. El momento populista no es patrimonio exclusivo de la derecha o la izquierda, sino una transformación estructural del propio campo político.
Un tema recurrente es el colapso de la representación política. De Benoist sostiene que los sistemas democráticos se han vuelto cada vez más formalistas, con funcionarios electos que actúan más como administradores que como auténticos representantes de la voluntad popular. La distancia entre los gobernados y los gobernantes se ha ampliado hasta el punto de la ruptura. Esta crisis de representación, argumenta, es la condición fundamental que hace que el populismo sea necesario e inevitable.
Junto con esta crítica política, el libro también ofrece un diagnóstico cultural y moral. De Benoist cuestiona la idea de que el liberalismo pueda funcionar como un marco neutral para las sociedades pluralistas. En cambio, sostiene que el liberalismo ha evolucionado hasta convertirse en una forma de hegemonía moral y política, una ideología que privilegia la autonomía individual, la lógica del mercado y el proceduralismo a expensas de la comunidad, la tradición y el bien común. Desde este punto de vista, el relativismo moral del pensamiento liberal ha socavado el tejido social necesario para que la democracia prospere.
El populismo, entonces, representa un deseo de recuperar no solo la voz política, sino también el significado cultural. Según de Benoist, es una búsqueda de arraigo en una época de abstracción, una demanda de soberanía en una época de tecnocracia y una petición de pertenencia en una época de desarraigo. Pero se cuida mucho de no idealizarlo. El populismo puede ser incoherente, reactivo e incluso autodestructivo. Sin un proyecto político claro o un marco institucional, puede degenerar en teorías conspirativas o tendencias autoritarias. Sin embargo, a pesar de sus defectos, es la única respuesta disponible a un sistema político que se ha vuelto insensible e ilegítimo.
Las reflexiones de de Benoist sobre las limitaciones de la democracia liberal son particularmente incisivas. Cuestiona la opinión de que el énfasis del liberalismo en los derechos individuales y la libertad económica sea suficiente para sostener un orden democrático. La vida política, insiste, no puede reducirse a intercambios de mercado o procedimientos legales. Requiere un sentido de propósito compartido, de identidad colectiva y de continuidad histórica. Sin ellos, la política se convierte en poco más que la administración de intereses contrapuestos y la democracia pierde su significado sustantivo.
Desde esta perspectiva, el populismo no aparece como una amenaza para la democracia, sino como un desafío a su forma liberal. Pone en tela de juicio la idea de que la democracia puede funcionar en ausencia de soberanía popular, cohesión cultural y responsabilidad real. El momento populista es, por lo tanto, un momento de potencial, no solo de perturbación, sino también de renovación. Que esa renovación adopte una forma constructiva o destructiva depende de cómo se reciba, interprete e institucionalice el impulso populista.
La traducción de F. Roger Devlin merece una mención especial. Capta la precisión y la claridad de la prosa de de Benoist, al tiempo que mantiene los matices del texto original en francés. El resultado es una obra legible e intelectualmente seria que evita tanto la jerga como la simplificación excesiva.
El momento populista funciona, en última instancia, como diagnóstico y provocación. No ofrece soluciones fáciles ni planes prefabricados. En cambio, desafía a los lectores a repensar los fundamentos de la vida política en el siglo XXI. ¿Qué entendemos por democracia? ¿Quiénes son «el pueblo» y cómo deben gobernarse? ¿Qué papel deben desempeñar la tradición, la comunidad y la identidad cultural en la configuración del orden político?
Estas preguntas se han vuelto inevitables y de Benoist ofrece uno de los marcos más convincentes para abordarlas. En una época en la que el discurso público está cada vez más dominado por tópicos tecnocráticos o polémicas ideológicas, el momento populista proporciona un espacio muy necesario para la reflexión. Es un libro que aclara y complica, que explica sin simplificar y que invita a sus lectores a pensar políticamente una vez más.
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