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Foto del escritorPedro Carlos Vargas

Problemática interpretativa de fuentes en Arqueología

Actualizado: 21 jun 2022



La arqueología peruana tiene muchos problemas, y no hablamos de aquellos que nos impulsan a investigar y son motivo de nuestro trabajo como arqueólogos, sino, de aquellas taras, ideas preconcebidas e incluso absurdos teóricos que nos impiden avanzar en el entendimiento de nuestro pasado indígena.

Quizá uno de los problemas más graves sea la tendencia a verlo todo mediante el anteojo de los andes, dejando de lado tradiciones costeñas, amazónicas y de fuera de nuestro actual territorio.

Un ejemplo claro es reducir las interpretaciones a lo que la evidencia etnohistórica de la sierra sur nos dice, y en especial se hará caso a esto si la información tiene que ver con los Incas. Se olvidan en este caso de la tan mentada diversidad cultural –la cual parece diluirse cuando se trata de hablar del Imperio cuzqueño–, e incluso se entra en una grave contradicción cuando para hechos actuales muchos se desgarran las vestiduras en nombre del respeto a las culturas indígenas, pero si se trata del Tawantinsuyu no tienen problemas con que estas hayan sido demolidas a porrazos; o tal vez aún piensan en la utopía creada por el genial mestizo Garcilaso de La Vega.

Un caso en particular es interesante, los maravillosos hallazgos murales en relieve del sitio arqueológico de Vichama (Vegueta - Lima) realizados con el esfuerzo del equipo liderado por la Dra. Shady, son interpretados basados sólo en la idea de que este animal simboliza la humedad.


Mural del "sapo humanizado" del sitio arqueológico de Vichama, Vegueta. Descubierto e investigado por la Zona Arqueológica Caral.

Esto está bien, pero valdría la pena ir más allá de esta idea explorando el papel del sapo en otros relatos, incluso etnográficos y populares convertidos en cuentos para niños en la actualidad. También en los datos etnográficos amazónicos donde se mencionan ancestros con aspecto de sapos o renacuajos y cuyo papel es más complejo que ser solo indicadores de humedad. Además, el simbolismo de los animales se complejiza y se convierte en la base de todo un sistema de analogías que, adecuadamente descifradas, nos pueden dar muchas luces respecto del pasado. Julio C. Tello, en notas dispersas de su archivo, relaciona al sapo con Wallallo Qarwinchu y con Pachakamak. El nombre de Huarochirí, lejos de ser “calzones para el frío” en una toponimia popular Quechua, esconde lenguas, actualmente amazónicas, que nos enlazan más esta zona con divinidades con aspecto de sapos. En sus notas Tello ya señalaba que era absurdo reducir las interpretaciones toponímicas al Quechua y al Aymara, Gerald Taylor señala lo mismo, Gustavo Solís menciona la presencia de lengua Culle, Richard Smith y nosotros incidimos en la presencia de pueblos actualmente amazónicos en la antigua Lima.

Dejemos de seguir obnubilados por el Tawantinsuyu y veamos más allá, hacia la riqueza de nuestra patria: la verdadera diversidad cultural.

Departamento de Estudios en Arqueología e Historia -DEAH

Pedro Vargas Nalvarte, Jefe de Departamento, Licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Magister en Lingüística por la misma casa de estudios, investigador del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural UNMSM y de la Asociación Peruana de Arte Rupestre.

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