La reciente visita al profesor Pierre Aubenque motivó el presente trabajo sobre los mejores estudios sobre Aristóteles que se han hecho durante los siglos XIX, XX y lo que va del XXI.
Comienza a estudiarse Aristóteles en sí mismo y no con relación a otros, fijando el texto de sus obras, a partir de la editio princeps de su opera omnia realizada por investigadores alemanes en cinco volúmenes editada por la Academia de Berlín entre 1831 y 1870. El texto griego ocupa los dos primeros tomos y estuvo a cargo de Inmannuel Bekker un filólogo de primer orden. En el volumen dos, siguen los textos y se agregan los Fragmentos, estos a cargo de Valentín Rose. Los volúmenes III y IV están compuestos por las traducciones latinas que hubo durante la edad media y el Renacimiento, así como por los fragmentos recogidos por los comentaristas, denominados estos a cargo de Valentín Rose. Los volúmenes III y IV están compuestos por las traducciones latinas que hubo durante la edad media y el Renacimiento, así como por los fragmentos recogidos por los comentaristas, denominados Scholia[1] a cargo de C.A. Brandis y de H. Usener. Finalmente el volumen V corresponde a Index Aristotelicus editado por Hermann Bonitz, el único que se acerca más a un criterio filosófico de los cinco mencionados.
Sobre este Index de Bonitz existe un espectacular trabajo hecho por un grupo de investigadores argentinos de origen mendocino dirigido por Jorge Evans Civit que incorporan al castellano los textos sobre 34 voces griegas citadas por Bonitz. [2]
Volviendo a la edición princeps, este ciclópeo trabajo fue objeto de muchas reimpresiones y de una reedición a cargo y cuidado del Olaf Gigon entre 1960 y 1961.
Entre 1882 y 1909 la Academia de Berlín publicó los 23 volúmenes que ocupan la Commentaria in Aristotelem graeca los que estuvieron al cuidado de Hermann Bonitz y discípulos suyos.
Sobre esta base han trabajado cientos de eruditos y estudiosos de Aristóteles desde mediados del sigo XIX al presente, lo que ha producido una masa de estudios inabarcable en su totalidad.
Recuerdo la primera vez que pude echar mano a los cinco volúmenes de las obras, que fue (circa 1964) en el estudio del padre Julio Meinvielle[3] de la calle Salta e Independencia en la Casa de Ejercicios fundada por Mama Antula- Sor María Antonia de Paz y Figueroa. Casa que hoy es la más antigua de Buenos Aires.
El cura me los prestó más de una vez y me prometió que quedarían para mí porque era el único de los que lo visitaban que podía leer algo de griego. Pero cuando él murió atropellado por un auto en la avenida 9 de Julio en 1973 yo me encontraba dictando clases en la Universidad de la Patagonia y cuando regresé a Buenos Aires meses después, ya su biblioteca había sido repartida entre sus amigos. Y como mis viejos padres criollos me enseñaron que no hay que llorar sobre la leche derramada, hice saber las intenciones testamentarias de Meinvielle, pero no reclamé la restitución. Después de medio siglo el tiempo me dio la razón porque aquellos que se la quedaron en un manotazo, al estilo de la película Zorba el griego cuando muere la vieja y todos los vecinos se pelean para apropiarse de sus pocas cosas, no la utilizaron, y yo seguí mis estudios usando otras ediciones.
Además H. Bonitz edita en Bonn la Metafísica con notas y comentarios en dos volúmenes entre 1848 y 1849. Allí, él es el primero que afirma que la Metafísica no es un escrito unitario como se creyó durante toda la antigüedad, la edad media y la edad moderna, sino que es un escrito compuesto por notas para sus clases dictadas en diferentes épocas y que además contiene textos que no son de Aristóteles sino de alguno de sus discípulos o seguidores posteriores a su muerte. Es más, él es el primero en afirmar que el libro II de la Metafísica es espurio, no pertenece a Aristóteles: E Methaphysicis igitur quin sit removendus liber a, vix dubium potest viteri ab Aristotele, en su Comentario pág. 17. Este juicio de Bonitz fue adoptado luego por Brentano, Ross, Jaeger, Owens, Aubenque, During y Berti; los más grandes estudiosos de Aristóteles. Años más tarde Jaeger en 1923 va a sostener que el libro II fue escrito por Pasicles.
Pero de la primera camada de estrictos estudiosos de Aristóteles se va a desprender, sobre todo de Valentín Rose, cientos de eruditos al ñudo, que trabajando exclusivamente a nivel filológico “han realizado un malabarismo de textos, una especie de marquetería filológica” en opinión de Nimio de Aquín.[4]
De estos últimos no nos vamos a ocupar porque la vida es corta y no hay que gastar pólvora en chimangos. Preferimos gastar nuestros esfuerzos en aquellos que vale la pena comentar: los que se han ocupado de Aristóteles por él mismo sin contaminaciones preconcebidas.
El primero que se destaca es Franz Brentano (1838-1917), quien tanto en su tesis doctoral, Los múltiples sentido del ente en Aristóteles (1862) como en su Aristóteles y su cosmovisión (1911) realiza el primer trabajo de largo aliento sobre la totalidad del pensamiento del Estagirita.
En realidad Brentano estudió Aristóteles toda su vida y escribió sobre todos los temas desarrollados por su maestro. El es el único de los grandes comentaristas que se dice explícitamente discípulo. Así ya en el prólogo de su Aristóteles dice: “Ciertamente que cuanto de él recibí, lo hube de poner en relación con multitud de conquistas científicas de épocas posteriores”.
Brentano se enfrenta a dos enemigos con relación a la comprensión de la filosofía de Aristóteles, por un lado a los historiadores de la filosofía como Eduardo Zeller (1814-1908) y a Wildebrand, que funcionan como meros historiadores pero carecen de enjundia filosófica para estudiar Aristóteles- la historia le dio la razón a Brentano- y por otro, la versión de los comentaristas antiguos que tomaban la obra del Estagirita como un todo, y cuando encontraban una contradicción la resolvían según sus preconceptos filosóficos y no intentaban explicarlas. Al respecto afirma: “Cuando tropiezan con dos tesis que parecen contradecirse, sin ahondar en más averiguaciones pretenden que hay una real contradicción y se preguntan cuál de las dos afirmaciones contradictorias habrá que preferir en la exposición como la propia de Aristóteles. Y, sin embargo, lo más fácil sería presumir que aquellos pasajes podrían entenderse en otro sentido que los armonizara entre sí, y con la ventaja de que lo que, a primera vista, parecía crear una dificultad a la comprensión, sirve mas bien para facilitarla.”
Cien años después Aubenque va a decir mutatis mutandi lo mismo: lo mismo: en ausencia de criterios exteriores, un método cronológico fundado en la incompatibilidad de los texto, y cuya fecundidad se apoya en los fracasos de la comprensión, corre en cada momento el riesgo de preferir los pretextos o prejuicios para no comprender, más bien que las razones para comprender”[5]
Para mostrar como funciona su método pone en una larga nota[6]el ejemplo de la teoría de la definición que sufre cambios sucesivos e incluso exposiciones contradictorias que enfrenta. Así en Tópicos la definición específica no puede contener el concepto de género, mientras que en el libro Z de la Metafísica se dice expresamente lo contrario.
Brentano abre así el camino de la vía contemporánea en la interpretación de Aristóteles. La desgracia fue que la mayoría de estos cuatro o cinco grandes comentadores, salvo Aubenque, no han seguido su ejemplo.
En cuanto su trabajo sobre la cronología de las obras, si bien no se trata de un trabajo específico, en todos sus escritos leídos con atención se desprende un listado muy similar al que años después nos dará Jaeger. Pues Brentano sostiene como regla general que el despliegue intelectual de Aristóteles se inicia con temas contemplativos de raigambre platónica y termina con temas de ciencias, hoy llamadas duras, vinculadas al individual profano.
El segundo es escocés David Ross (1877-1971) quien publicó en 1923 su Aristóteles y en el mismo prefacio se lamenta que: “ y en el mismo prefacio se lamenta que: “el profesor W.Jaeger en un libro al cual yo debería mucho más de lo que le debo si hubiera llegado a mi antes que el mío estuviera en prensa.”[7]
Su pretensión es hacer una exposición lo más detallada posible de los principales elementos que componen la filosofía de Aristóteles. Así deja de lado, según él, las tres posibilidades en que se puede estudiar específicamente a Aristóteles: a) mostrando como casi todos sus materiales provienen de sus predecesores. Materiales que fueron trasformados por su genio y originalidad. b) estudiando el desenvolvimiento cronológico de su pensamiento y c) seguir la profunda influencia que durante siglos ha ejercido sobre la filosofía.
El mérito de Ross, que sobre Aristóteles no aporta nada nuevo, consistió en ser la culminación de todos los estudios de segunda línea anteriores a Jaeger, como los de Hamelin[8], Rodier[9]y otros. De todas maneras se destaca en él, como sucedió con Brentano, su estudio sobre la Metafísica, no solo porque realizó la mejor traducción al inglés sino porque aportó claridad a temas oscuros. Y allí va sostener, siguiendo a Brentano aunque no lo cita, que: “El libro L se considera con razón como la clave de bóveda de la Metafísica”.
El tercero es el filólogo Werner Jaeger (1888-1961), discípulo de magno Ulrich von Wilanowitz-Moellendorff y de Hermann Diels, este realizó la primera edición crítica de los fragmentos presocráticos.
Su Aristóteles de 1923 inaugura toda la crítica contemporánea del Estagirita y establece, de una vez por todas, el criterio cronológico de todas sus obras.
El preconcepto filosófico del que parte Jaeger queda expuesto en sus primeras páginas: “El preconcepto filosófico del que parte Jaeger queda expuesto en sus primeras páginas: “Lo que nos importa es que la condición externa de los escritos…nos revela la fuerza motriz del pensamiento de Aristóteles.”[10] Pero esta afirmación no deja de ser un supuesto pues nada nos asegura que ordenado correctamente los textos lleguemos a comprender el meollo de la filosofía de un autor.
El criterio no es otro que el establecido por Franz Brentano unos veinte años antes en su El criterio no es otro que el establecido por Franz Brentano unos veinte años antes en su Aristóteles[11] según el cual éste comienza como platónico con diálogos y libros contemplativos y termina como científico. Claro está, tampoco es tenido en cuenta por Jaeger como no lo tuvo Ross.
Como podrán observar llama mucho la atención este ninguneo continuo de Brentano, pero ello tiene una razón filosófico política y es que el filósofo de Marianberg, al destrozar a Kant y toda su filosofía apoyada en prejuicios[12], criticó mortalmente a toda la universidad alemana, pecado que ningún académico le perdonó.
Jaeger realizó también la traducción de la Metafísica al alemán en 1957 pocos años antes de morir. Su aporte es inmenso en orden a la cronología verdadera de las obras del Estagirita, así como al pulimiento de los textos griegos que llegaron hasta nosotros.
El cuarto es Joseph Owens (1908-2005), investigador canadiense, que publicó en 1951 La doctrina del ser en la metafísica de Aristóteles (1981) y posteriormente Aristóteles: los papeles recogidos de J.Owens (1981) y en forma póstuma: Las gradaciones del ser en Metafísica E-Z (2007). Fue un sacerdote de la orden redemptorista especializado también en Tomás de Aquino. En general los especialistas actuales en Aristóteles, que con el transcurso del tiempo se han convertido en “especialistas de lo mínimo” no lo tienen en cuenta debido a su tendencia tomista que es considerada una capitis diminutio.
El P. Owens propone, a contrario sensu de Jaeger, una visión unitaria y sistemática de la Metafísica, que se ocupa del ser en cuanto ser y del ser divino.[13]De todas maneras él va a sostener que la Metafísica es un texto inacabado. Esto se ve sobre todo el libro L donde no está claro que el mundo sea un derivado o deducido del Primer Principio.
Sobre este tema en particular el que hace una observación extraordinaria es el filósofo argentino Nimio de Aquín (1896-1971), seguramente el metafísico más significativo que dio Hispanoamérica[14], cuando afirma: , cuando afirma: “la noción aristotélica de Ente llegó a su culminación en L compuesto a todas luces en la época platónica, y se degradó luego, en ZHJ, compuestos en la época del aristotelismo independiente…Dios “es el principio del que están suspendidos hrthtai el cielo y la naturaleza” 1072 b 13-14. Ahora bien, el verbo hrthtai viene de artaw, y expresa una anfibología, que ha sido dejada así con toda intención, pues el “estar suspendido” no significa necesariamente una relación de causalidad eficiente, sino de contacto: de manera que no solo excluye con ello el concepto de creación, sino que ni siquiera es necesario plantearse el problema de la relación de Dios con el cielo – como algunos comentadores lo hacen- pues el simple contacto del “estar suspendido” no compromete gran cosa el aislamiento divino del Motor inmóvil”[15]
Pierre Aubenque, con todo lo que sabe el gascón, traduce hrthtai por “dependen”,[16]no percatándose que su traducción sí, induce directamente a algún tipo de dependencia por parte del mundo respeto del Motor inmoto.
Esto me hace acordar cuando tradujimos el Protréptico allá por el año 81 y tradujimos fronhsiV por sapiencia y fronimwV por sapiente, porque en castellano éste es el hombre que reúne en sí mismo tanto saber como experiencia, que ni en inglés ni en francés se pude expresar en un solo término sino que tienen que utilizar dos; practical wisdom o sagesse practique.Claro está, no me dieron ni cinco de pelota, total ellos filosofan (aunque no creo que lo hagan) mirándose el ombligo y citándose entre ellos. Nosotros somos filósofos cimarrones como dice Silvio Maresca o como decía el cura Castellani: somos mistongos pues estamos como el mixto entre el gorrión y el jilgero, o como decía Bolivar, no somos ni tan europeos ni tan indios.
Pero sigamos un poco más con esta cuestión del lambda. Brentano que es el mayor filósofo contemporáneo que se aproxima a Aristóteles desde Aristóteles, va a sostener que es inadmisible pretender que “Pero sigamos un poco más con esta cuestión del lambda. Brentano que es el mayor filósofo contemporáneo que se aproxima a Aristóteles desde Aristóteles, va a sostener que es inadmisible pretender que “el principio y primera de las cosas”[17] es solo el principio del movimiento y el orden de las cosas sino que además son creadas en cuanto a su sustancia, como lo son los cuerpos celestes cuya sustancia está dada por el movimiento circular que le da el Motor inmoto.
Así, si el Motor inmóvil al crear el movimiento de las esferas celestes las crea también a ellas porque crea su sustancia. “Hay que guardarse, dice Brentano, , dice Brentano, de atribuir a Aristóteles el concepto que Hume asoció en la época moderna a la palabra causa eficiente. El concepto de causa eficiente en nuestro autor no implica la idea de antecedencia temporal…pues tan pronto como se presenta la causa eficiente, existe todo lo necesario para que se de el efecto.”[18] En una palabra, para Aristóteles, la causa coexiste con el efecto, de ahí, al ser el mundo eterno éste no tiene un nacer, un comienzo, pero eso no quiere decir que no pueda ser causado. La causa es sinónima con el efecto. Así, Dios en tanto Motor inmoto no crea el mundo pero lo causa y como tal “ En una palabra, para Aristóteles, la causa coexiste con el efecto, de ahí, al ser el mundo eterno éste no tiene un nacer, un comienzo, pero eso no quiere decir que no pueda ser causado. La causa es sinónima con el efecto. Así, Dios en tanto Motor inmoto no crea el mundo pero lo causa y como tal “el cielo y la naturaleza están suspendidos”[19] de Él. Como vemos, ninguno de los grandes comentaristas contemporáneos de Aristóteles llegó nunca a semejante hondura. Ellos tomaron otro camino que fue el del texto y el contexto en lugar de seguir el intento de continuar a Aristóteles en su razonamiento.
El quinto gran comentarista es Pierre Aubenque (1929- ) quien se movió entre la erudición y la comprensión del padre de Nicómaco. Su trabajo, El problema del ser en Aristóteles fue editado en 1962, en homenaje al centenario de aquel libro de Brentano: De los múltiples significados del ente en Aristóteles (1862). Y al comienzo nomás aclara: “ Y al comienzo nomás aclara: “el problema del ser ha dado ya lugar a dos estudios cuyo objeto parece confundirse con el nuestro el de Brentano y el de Owens…que apoyado en una bibliografía de 527 títulos, imposibilitaría cualquier investigación realmente nueva sobre el tema”[20]
Así como el libro de Bentano está encabezado por la cita de Metafísica Z 1: to on legetai pollacvV, el ser se dice de muchas maneras o el ser tiene múltiples significaciones, de igual forma Aubenque viene a resolver este problema.
De modo que si el ser no tiene un único significado como propusiera Parménides ni un significado equívoco como sostuvieran los sofistas. Si el ser no es unívoco ni equívoco, tiene que ser análogo.
Según Aubenque la teoría de la analogía aplicada el ser en cuanto ser y su relación con las categorías es una creación de la filosofía cristiana medieval, a la que dio fuerza original Santo Tomás de Aquino. La analogía para Aristóteles tal como aparece en Et.Nic 1096 b 26-27 es siempre una analogía de proporcionalidad v.gr.: la vista es al cuerpo lo que la inteligencia al alma, entonces la inteligencia es la vista del alma. En la Política y en la Retórica aparece como una especie de metáfora (así la designa Brentano) donde “traslada a una cosa un nombre que designa otra”. Pero lo que niega rotundamente Aubenque es que pueda hablarse en Aristóteles de analogía de atribución, que se atribuye a varios entes con relación a otro, v.gr.: que los múltiples significados del ser se reduzcan a la sustancia.
Aubenque propone hablar de la homonimia del ser, así afirma “Aubenque propone hablar de la homonimia del ser, así afirma “las homonimias de lo bueno y lo uno aparecen como “derivadas” de una homonimia más fundamental que es la del ser.”[21] La relación entre el ser y sus múltiples significados es una relación que no se deja reducir a la sinonimia como creyeron los eléatas, ni a la homonimia como los sofistas sino “ La relación entre el ser y sus múltiples significados es una relación que no se deja reducir a la sinonimia como creyeron los eléatas, ni a la homonimia como los sofistas sino “una homonimia, pero homonimia objetiva, ni imputable ya el lenguaje, sino a las cosas mismas, porque se funda relación a una naturaleza única (la ousia)”[22]
Su razonamiento se apoya: a) en que Aristóteles habla en la Categorías y en el libro G del ser como proV en legomenon y nunca como kat ´analogian. Bonitz, que sabía más que todos nosotros juntos, traduce el primero como “la relación según la cual lo universal se conecta con lo particular”, y b) porque la metafísica de Aristóteles, según él, es aporética o problemática. Y por ende, inacabada.
Aubenque, contrariamente a la opinión de sus múltiples comentaristas, tiene una gran estima por la figura y la originalidad de Santo Tomás de Aquino. Comienza su libro con Sine Thomas mutus esset Aristoteles. En la nota 351 distingue al Aquinate de la escolástica a propósito de la analogía.[23]Pero es inflexible en cuanto a atribuir a Aristóteles cosas que no son, vgr. la convertibilidad de lo bueno con el ser. Teoría que en Santo Tomás es perfectamente entendible.
El aspecto problemático es resaltado en la conclusión de su trabajo cuando afirma: El aspecto problemático es resaltado en la conclusión de su trabajo cuando afirma: “El fracaso del la ontología se convierte en ontología de la contingencia, es decir, de la finitud y el fracaso. Esta inversión se deja notar en el hecho de que la aporía es ella mismo proceso de investigación: el estancamiento infinito de la cuestión ¿qué es el ser? llega a ser la imagen más fiel de un ser que nunca es del todo lo que es, y nunca acaba de coincidir consigo mismo.”[24]
El fundamento de la problematicidad como núcleo de la filosofía de Aristóteles es el más débil y el menos fundado de Aubenque, y no solo porque es oscura su fundamentación, en un autor como él que es muy claro en sus exposiciones sino porque en el meollo de la filosofía aristotélica encontramos conceptos fundamentales que no presentan un problema irresoluble como son los de sustancia, acto, forma, virtud, polis, amistad, etc.
Como Brentano, como Owens, como de Anquín, Pierre Aubenque en la despedida de su valioso trabajo que nos revela que el problema del ser tuvo en Aristóteles un doble proyecto: como teología humana y como ciencia del ser en cuanto ser. Y entre esos dos proyecto osciló toda su filosofía. Entre una teología inaccesible y una ontología del individual profano.
El sexto comentarista es el filólogo sueco Ingemar Düring (1903-1984) quien en 1961 publicó su Aristóteles en alemán,[25] quien de entrada, en el prefacio, afirma una hipótesis que hubo una evolución del idealismo al realismo (tesis de Jaeger) “esta reconstrucción de su desarrollo es, en mi opinión, errada… pues su biología está en la base de su biología filosófica”. Düring hace un trabajo de hormiga rastreando los textos para establecer una cronología diferente a la de Werner Jaeger, pero solo realiza lo que enuncia en la primera parte del título de su libro Exposición e Interpretación de su pensamiento. En las 800 páginas, hay 100 de bibliografía, se demora una y otra vez en detalles como: si este párrafo fue escrito antes o después; si este libro es anterior o posterior a este otro; si el texto salió o no de la mano de Aristóteles y si salió de la mano de otro a quién atribuírselo. Pero sobre la Interpretación de su pensamiento, nada de nada. Y para colmo la traducción italiana traduce ousia por esistenza.
Pero hay que leerse todo el voluminoso trabajo para llegar a la paradoja final del libro cuando se pregunta en el último trabajo del último capítulo Qué cosa es la metafísica aristotélica? y responde: “y responde: “para la comprensión del pensamiento aristotélico, la cuestión de la cronología de sus obras tiene poca importancia”.[26] Como dicen los abogados a confesión de parte relevo de pruebas. Esto es, un libro escrito al ñudo, porque al final no es consecuente con todo lo que vino diciendo.
Ciertamente que es un libraco de consulta que hay que tener pero la fama de Düring no se justifica. En principio ignora como todos los investigadores del norte de Europa occidental (suecos, noruegos, daneses, ingleses, incluso, alemanes) casi toda la producción latina, salvo algunos franceses. No cita a Aubenque, no cita a Berti. El mundo bolita, que es América del Sur, en su mapa intelectual es todo mar.
El séptimo es el italiano Enrico Berti (1935- ) quien con su primerizo trabajo El séptimo es el italiano Enrico Berti (1935- ) quien con su primerizo trabajo La filosofía del primo Aristotele[27] de 1962 se introdujo entre los grandes comentadores finales del siglo XX, siendo el primero del siglo XXI, pues actualmente sigue trabajando.
Su libro es un estudio completo sobre los primeros escritos del Estagirita en una continua discusión sobre la cronología, la autenticidad y el significado de estos. Así trabajó sobre el Grillo, Sobre las Ideas, Sobre el bien, Sobre la filosofía, el Eudemo, Sobre la justicia, el Político y el Protréptico. En este largo recorrido Berti se sitúa como alternativa a la tesis de Jaeger de un platonismo inicial y la de Düring de un antiplatonismo, sosteniendo que existe una continuidad entre ambas etapas.
Tiene muchos trabajos sobre Aristóteles, el último que le conozco es Ser y tiempo en Aristóteles (2011) así como una traducción italiana a la Metafísica (2017) con notas y comentarios. Sus trabajos sobre el método dialéctico apoyado en las éndoxa, las opiniones comunes, así como la explicitación de la relación entre ética y política son sus aportes más originales. Valiosa es su denuncia de la apropiación que hace Heidegger de la noción de tiempo de Aristóteles: las opiniones comunes, así como la explicitación de la relación entre ética y política son sus aportes más originales. Valiosa es su denuncia de la apropiación que hace Heidegger de la noción de tiempo de Aristóteles: “vemos que la interpretación de Heidegger es parcial, pero no porque no la hubiese comprendido bien, solo que desde el punto de vista de su filosofía algunos conceptos se los apropió y los presentó como su propio modo de concebir el tiempo, dejando a Aristóteles aquellos que se podía juzgar más fácilmente como expresiones del modo vulgar, común u ordinario de entender el tiempo.”[28]
Nosotros los argentinos queremos mucho a los tanos (abreviatura cariñosa de napolitano) porque tenemos catorce millones de descendientes y más a don Enrico que tuvo como discípulo a un gran compañero de estudios en la universidad como lo fue Ernesto La Croce, traductor también de Aristóteles, como lo fuimos cada unos de los que estuvimos cerca del gran Conrado Egger Lan (Victoria Juliá, Francisco Olivieri, Néstor Cordero, Armando Poratti, Claudia Mársico, Francisco Lisi, Graciela Ritaco y alguno más que se me escapa).
Pero me voy a permitir una pequeña crítica: cuando el Motor inmoto mueve, lo hace porque le da placer mover y ese es su fin, pero cómo mueve “Pero me voy a permitir una pequeña crítica: cuando el Motor inmoto mueve, lo hace porque le da placer mover y ese es su fin, pero cómo mueve “Cuando Aristóteles dice en un famoso pasaje que mueve como amado, no se refiere al Motor inmóvil sino al objeto del deseo humano.”[29]Esta afirmación es errónea, porque Motor inmoto mueve como amado y es por eso que mueve por aspiración y allí no hay contacto con lo que se resuelve el tema del primer movimiento. Este razonamiento es el más adecuado a la mente griega que encuentra su fundamento en otro famoso pasaje, afirma que “los cielos y la naturaleza hrthtai =están suspendidos” de Dios.
Hablar del deseo humano en este pasaje es inatingente, pues solo interesa a Aristóteles el tema del movimiento y especialmente de cómo mueve la sustancia inmóvil. Así el Motor inmoto mueve las esferas celestes con movimiento rotatorio e uniforme, las que a su vez son la causa primera de todo lo que nace y muere en el mundo sublunar que es el nuestro. Colocar como “objeto del deseo humano” tal como habla Berti es saltearse el paso por el primer movimiento que según Aristóteles es el de las esferas celestes del primer cielo. Es por eso que David Ross con mucho cuidado distingue entre teología astral y teología metafísica en Aristóteles.
Me quedaron en el tintero grandes comentaristas, pero que lo son de un solo tema, como el inglés John Alexander Stewart (1846-1933) y su insuperable comentario a la ética nicomaquea de 1892. El del también inglés T.L. Heath y su trabajo sobre la matemática. El norteamericano H. Cherniss y su crítica a los presocráticos. El mexicano Antonio Gómez Robledo y sus traducciones y trabajos sobre la ética. El belga F. Nuyens y el desarrollo del alma. El argentino Diego Pró y el tema de la sustancia, y así podemos seguir con cientos de investigaciones parciales.
Quedaron también de lado al presentar estos comentarios los filósofos, stricto sensu, que filosofaron a partir o con Aristóteles como Eric Voegelin o Alasdair McIntayre. De los siete comentaristas tratados solo Brentano hizo filosofía a partir de Aristóteles y, parcialmente, Aubenque cuando trabajó sobre la prudencia[30]y Owens cuando lo hizo sobre la existencia.[31]
No podemos terminar este informe, pues eso es lo que es, más que un trabajo, pues no fue tal, dado que tuve que hacer ningún esfuerzo intelectual para escribirlo, sino solo recordar viejas lecturas y buscar los textos en la biblioteca.
Digo que no podemos terminar este artículo sin hacer mención al inmenso trabajo que sobre Aristóteles realizó el tomismo en estos dos siglos y monedas que tratamos. Sobre todo a partir de la encíclica de Digo que no podemos terminar este artículo sin hacer mención al inmenso trabajo que sobre Aristóteles realizó el tomismo en estos dos siglos y monedas que tratamos. Sobre todo a partir de la encíclica de León XIII Aeterni Patris de 1879 que declara a la filosofía de Santo Tomás como la filosofía oficial de la Iglesia. Los trabajos se multiplicaron por miles y miles, ya sea sobre Santo Tomás, o sobre Aristóteles o sobre el monstruo Aristomás. El tomismo dio una docena de muy buenos filósofos que además han sido grandes conocedores de Aristóteles como Josep Pieper, Augusto del Noce, Sciacca, Forment, Millán Puelles, Edith Stein, Canals Vidal, Geiger, de Finnance, Cardona, Bochenski, Sepich, De Konink, Manser, Maritain y, sobre todos, Cornelio Fabro (1911-1995). Está el P.Fabro a la altura de los mayores filósofos del siglo XX. La metafísica que elaboró a través de un trabajo continuado de medio siglo está entre las mejores y más profundas elaboraciones del pensamiento occidental. Claro que, hay que tomarse el trabajo de leerlo y eso es muy difícil y pesado.[32]Es él, el que primero rescata al esse como actus essendi y el que le dice a Heidegger, Mestre, Ud. mal comprendió a Santo Tomás y su teoría del ser. En Argentina hubo un buen filósofo, rosarino para más datos, Raúl Echauri (1932- 1995),[33]que realizó un excelente trabajo sobre el tema, dirigido por Etienne Gilson.
Dos últimas palabras sobre los estudios de Aristóteles por parte de argentinos durante la primera mitad del siglo XX se destacaron los mencionados Diego Pró, Juan Sepich y sobre todo Nimio de Aquín. En la segunda mitad cabe mencionar a Hernán Zucchi, Bolzán, López Salgado, Osvaldo Guariglia, Joaquín Meabe y, sin falsa modestia, nosotros mismos, y en lo que va del siglo XXI se vienen destacando Alejandro Vigo, Gabriela Rossi, Fabián Mie. Y los traductores Eduardo Sinnott, de la Ética Nicomaquea y la Poética, y Marcelo Boeri del De Anima. Si se me escapa algún otro que me disculpe, lo ingreso con las correcciones que, seguro, me harán.
Dejé para el final una distinción que aprendí hace muchos años y es que en filosofía debemos distinguir entre profesores, investigadores, maestros de filosofía y filósofos. Los profesores enseñan los lineamientos generales de la disciplina, los investigadores lo hacen sobre aspectos puntuales, los maestros de filosofía nos ahorran el esfuerzo de leer todo y nos dejan una guía, y los filósofos, los menos, son aquellos que ven el todo en su totalidad y sentido, como decía Platón. Que tienen una idea sobre la que gira todo su pensamiento.
Y una observación: no se hace filosofía sumando proyectos de investigación sobre proyectos de investigación para hacer un voluminoso curriculum o cazando beca tras beca como quien caza perdices. Se hace filosofía pensando con cabeza propia y participando con amigos y colegas, aunque sean pocos, de nuestras zozobras y preocupaciones. Hoy las redes sociales ofrecen, en este sentido, un apoyo extraordinario que hay que utilizar. Pero al mismo tiempo, esas mismas redes sociales, a la que se suma la cultura mediática, van conformando un pensamiento único y políticamente correcto del que el profesor de filosofía y el investigador casi no pueden escapar. Y entonces terminan ambos investigado lo mismo y enseñando lo que se enseña en todos lados, vgr: sobre filosofía argentina hoy todos investigan sobre Astrada o Kusch dejando de lado maestros de filosofía altamente superiores en aportes filosóficos como Guerrero, de Anquín o M.A. Virasoro.
Alberto Buela Lamas, profesor, metapolítico y filósofo argentino. Director y fundador de la revista DISENSO desde 1994 a 1999. Alma mater, Universidad de Buenos Aires. Maestría y Doctorado por la Universidad de Paris-Sorbonne. Actualmente profesor de filosofía de la Universidad Nacional Tecnológica (Argentina), e investigador por la Universidad de Barcelona.
Notas
[1] Se denomina escoliastas a aquellos copitas que escribían sus comentarios en el margen de los textos que iban copiando. Así estos se denominan escolios.
[2] Evans Civit, Jorge: Antología del Index Aristotelicus de H. Bonitz, Buenos Aires, Ed. Santiago Arcos, 2012
[3] El P. Meinvielle (1905-1973) fue el mayor exponente de la teología política de Suramérica, su libro De la Cábala al progresismo (1971) muestra la enjundia de su teología política.
[4] De Anquín, Nimio: Las dos concepciones del ente en Aristóteles, en revista Ortodoxia N° 1, Buenos Aires, 1942
[5] Aubenque, Pierre: Aristotle, PUF, Paris 1962, p. 16
[6] Brentano, Franz: Aristóteles, Ed. Labor, 1930, p.27 a 32
[7] Ross, David: Aristóteles, Ed. Charcas, Buenos Aires, 1981, p.7
[8] Hamelin, Le Systeme d´Aristote, Paris 1904-05, publicado en 1920.
[9] Rodier: Etudes de philosophie grece, Paris, 1923
[10] Jaeger, Werner: Aristóteles, FCE. México, 1946, p. 15
[11] Su publicación es de 1911 pero su redacción es del curso de 1894-95 en Viena.
[12] Brentano, Franz: Abajo los prejuicios (1895), Ed. Encuentro, Madrid, 2007. Traducción Xavier Zubiri, 1925.
[13] Owens, Joseph: De doctrine of being in de Aristotelian metaphisics, Toronto, 1951, p.3
[14] Los comentaristas europeos, actuales y pasados, no le dieron ni cinco de pelota, si al final solo escribe en castellano y vive en el culo del mundo. Hace poco, creo que en el 2007, vino el erudito italiano Enrico Berti a dictar un curso sobre la metafísica de Aristóteles y de entrada se excusó que no citaría ningún trabajo en español, aun cuando él lo lee. Así son las cosas en el mundo de la filosofía, a pesar que nuestra lengua es la más hablada de Occidente con 580 millones de hablantes. Claro está, que el poder de una lengua radica en el poder de aquellos que la hablan.
[15] De Anquín, Nimio: Las dos concepciones del ente en Aristóteles, en revista Ortodoxia N ° 1, Buenos Aires, 1942
[16] Aubenque, Pierre: op.cit. nota 502 p. 236
[17] Met. L, 1073 1 23
[18] Op.cit. p. 99
[19] Met. L, 1072 b 13-14: ek toiauthV ara archV hrthtai o ouranoV kai h jusiV.
[20] Aubenque, Pierre: op.cit, p.9
[21] Aubenque, Pierre: op.cit. nota 353
[22] Op cit, ut supra, p. 185
[23] Sobre este asunto se puede consultar la voluminosa obra escrita originalmente en latín del dominico español Santiago Ramírez (1891-1967): De analogía, Madrid, 1921-1922. De Anquín, siempre de Anquín, luego de una lectura atenta y detenida afirmó: “El conjunto de las doctrinas analogistas es un rompecabezas inútil para llegar al Dios creador.”en De las dos inhabitaciones en el hombre, Univ. Nac. de Córdoba, 1971, p. 48
[24] Aubenque, Pierre, op cit. p, 467
[25] Düring, Ingemar: Aristotele; Darstellung un Interpretation seines Denkens, Unv. Heidelberg, 1966. Yo manejo la version italiana Aristotele, Unv. de Murcia, Milano, 1976. También existe una traducción al español de la UNAM, México, 1987
[26] Düring, Ingemar: op.cit. p. 667
[27] Berti, Enrico: la filosofia del primo Aristotele, Ed. Antonio Milani, Padova, 1962
[28] Berti, Enrico: El ser y el tiempo en Aristóteles, Ed. Biblos, Buenos Aires, 2011, p. 46
[29] Op.cit. ut supra, p. 63
[30] Aubenque, Pierre: La prudence chez Aristote, Puf, Paris, 1976
[31] Owens Joseph: An interpretation of existence. Milwaukee: Bruce Publishing. 1968.
[32] Se destacan tres obras con relación a Aristóteles : La nozione metafisica de partecipazione secondo S. Tomaso d´Aquino, Milano,(1939), Dall'essere all'esistente, Brescia, 1957 y Percezione e pensiero, Milán 1941
[33] Echauri, Raúl: Esencia y Exisencia (1990) y Heidegger y la metafísica tomista, (1970).
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