Introducción
La lengua quechua se ha convertido, con no pocas razones, en la lengua indígena más representativa de nuestra Patria; es recordada como la lengua oficial del Tawantinsuyu, último imperio indígena del Antiguo Perú, también es la lengua que unificó a nuestros antepasados indígenas y se le tiene como una prueba de la “resistencia” de los pueblos indígenas ante la intromisión europea y la república criolla; pero, ¿cuánto de realidad hay en estos planteamientos que a veces pecan de románticos? ¿Cuál es la realidad del quechua como una lengua indígena en la actualidad? ¿Fue una herramienta de dominación que hoy se ha convertido en sólo una sombra de su pasada gloria? ¿Fueron los grandes señores del Cuzco los responsables de su expansión? Trataremos estos temas desde el rigor científico de la lingüística histórica siguiendo a dos grandes linguistas peruanos: Alfredo Torero y Rodolfo Cerrón Palomino.
Orígen
La realidad sociolingüística que encontraron los aventureros españoles en el S. XVI fue la de un imperio multilingue pero con una lengua que se podía considerar como ‘oficial’ para los asuntos del imperio manejado por la élite cuzqueña: el que luego se denominó lengua quechua (por la zona altitudinal donde predominaba) y runa simi (“lengua de los hombres”, aunque este vocablo parece ser de origen virreinal). La propaganda oficial de los emperadores cuzqueños proclamaba que ellos eran los responsables de instaurar la civilización en los andes ante un periodo de anterior barbarie y casi salvajismo[1]; en ese sentido su lengua cumplía un papel importantísimo uniformizando las comunicaciones y los europeos asumieron muy bien esto. Ante una situación de una gran cantidad de lenguas, y aún más variaciones dialectales de estas, tener una sóla lengua hablada por buena parte de la población y, sobre todo, por las élites locales, permitía manejar los aspectos administrativos de manera un poco más sencilla.
Se asumió, por tanto, que la lengua quechua era la propia de los señores del Cuzco. Se asumió también que el dialecto hablado por ellos era la forma más original de esta lengua; mientras que el resto tenían diferencias notables (“corrupciones” mencionan los cronistas) que se asumían resultado de su reciente implantación, o substrato de lenguas cuyos hablantes tenían dificultad para aprender el quechua cuzqueño. Lo cierto es que el quechua del Cuzco tiene una fuerte influencia de una lengua de la familia aru como es el aimara, y sabemos también que al menos un sector de la élite cuzqueña responsable del imperio provenía del altiplano o se asumía descendiente de allí[2] y estos debieron hablar originalmente la lengua puquina (aparentemente ligada a la familia de lenguas arawak, actualmente con representantes exclusivamente amazónicos). La lingüística histórica posee sus métodos y técnicas que le han permitido plantear hipótesis con mucha evidencia de respaldo para poder hablar, con cierta certeza, acerca del origen de la lengua quechua.
De acuerdo a los estudios de Alfredo Torero, notable lingüista peruano, el quechua habría tenido su origen en una zona comprendida entre la costa y la sierra del norte de la región Lima; hacia los primeros siglos de nuestra era, al mismo tiempo, en la costa sur se habrían formado las lenguas de la familia aru (de las que hoy sólo quedan el aimara, el cauqui y el jaqaru). Los dialectos del quechua que más se asemejarían al quechua inicial son el ancashino y el junín – huanca. Estas lenguas iniciales reciben el nombre de proto lenguas; no tendrían semejanza exacta con el quechua actual, existen propuestas acerca de qué sonidos lo componían y palabras, pero son sólo hipótesis. El protoquechua es un estadío inicial de la lengua quechua que luego sufriría variaciones dialectales a lo largo del tiempo hasta llegar a las formas actuales.
La zona inicial del quechua comprendía la costa y sierra de Lima y Ancash, y parte de la sierra de Huánuco, Junín y Pasco. Es lo que se denomina como Quechua Central; en dicho periodo desplazó a otras lenguas como el quingnam, culle, jaqaru y, probablemente algunas arawak hoy amazónicas.
Clasificación
De acuerdo a Torero (2002) las hablas quechuas se pueden clasificar en dos grandes grupos: el quechua I (Huayhuash) y el quechua II (Yúngay); pasamos a brindar algunos detalles acerca de estos grupos que confoman el “complejo dialectal plurilingue” del quechua.
El quechua I (QI) se encuentra en la sierra central peruana, ocupando parte de las regiones de Ancash, Huánuco, Pasco, Junín, Lima y el Norte de Ica y Huancavelica. Como ya se ha dicho esta área fue el núcleo inicial del quechua, desde aquí, con diversas modalidades, se expandió formando lo que se denomina el quechua II.
El quechua II (QII) se encuentra desde el suroeste de Colombia y Norte del Ecuador hasta el noroeste argentino , interrumpido al medio por el área del quechua I y áreas de otras lenguas. Es el resultado de la expansión en diversas épocas desde el núcleo del quechua I. De acuerdo a su mayor o menor alejamiento se le clasifica en quechua IIA, IIB y IIC.
El quechua IIA (Límay) es un subconjunto que se encuentra al Norte, conformado por los dialectos Ferreñafe y Cajamarca en la sierra norte peruana; al centro con el dialecto Pacaraos (sierra de Lima) y al Sur con los dialectos Laraos y Lincha. Los quechuas IIB y IIC se agrupan en el subconjunto Chínchay; en este el IIB es la rama norteña con los dialectos de Colombia, Ecuador y el oriente peruano. El IIC es la rama sureña con los dialectos ayacuchano, cuzqueño, boliviano y de Santiago del Estero (Argentina).
El quechua y las sociedades del Perú antiguo
Pretender señalar las lenguas que las sociedades del antiguo Perú hablaron, no es tarea fácil. Muchas veces se reduce el panorama a pretender que se habló quechua desde hace milenios, por allí alguien se acuerda del aimara y otro más del mochica. La realidad es muy distinta. La arqueología y la lingüística están marchando por caminos distintos y sólo algunos linguístas han optado por enlazar ambas disciplinas. Seguiremos las ideas de Torero (2002) para esto.
Hacia tiempos finales de la cultura Chavín (400 – 200 aC) el quechua y el aimara se habrían estado originando y teniendo una intensa interacción; el primero oriundo de la costa central y el segundo de la costa sur. De acuerdo a esto, se puede decir con mucha cautela que culturas como Manchay en Lima (responsables de los templos en forma de ‘U’) pudieron hablar protoquechua y que Paracas en Ica pudo hablar una lengua de la familia Aru como el aimara. Hacia el 200 aC el quechua habría empezado a expandirse hacia la sierra norcentral y la sierra central de la misma manera que en el altiplano el puquina iniciaba su expansión con la cultura Pucara y desde la costa sur las lenguas Aru tomaban la sierra sur.
Hacia el año 500 durante el apogeo de las culturas regionales (Moche, Lima, Cajamarca, Recuay, Tiahuanaco, Nazca, etc.) el panorama es de la continuación de estos avances, el quechua tendría ya la costa y sierra central pero, con una incierta relación con lenguas actualmente amazónicas de la familia arawak. El quechua ya tendría dos variedades muy marcadas: una de la costa y otra de la sierra.
Durante el tiempo del supuesto Imperio Wari, no se aprecia ninguna lengua oficial o imperial expandiéndose en los andes o en las zonas “conquistadas” del Norte; más bien, se observa que el contacto entre lenguas quechua y aru (como el aimara) continúan.
Hacia el siglo VIII el quechua de la sierra empieza a ganar terreno a las lenguas aru en la costa y sierra sur y se expande por casi todos los andes, siendo luego adoptado por los emperadores del Cuzco quienes se encargan de difundirlo aún más como luego lo hicieron las autoridades virreinales.
Durante el Imperio del Tahuantinsuyo el quechua es adoptado y usado como lengua ‘oficial’, de tratos diplomáticos y para poder administrar territorios ganados al imperio, la quechuización era un hecho en las élites regionales. Pero debemos recordar que, si el quechua ya era hablado antes del imperio, lo que estos hicieron fue afianzarlo y llevarlo aún más lejos. Pero, mucha población común y corriente (la masa campesina y pescadora) mantenía sus propias lenguas. Esto lo notaron con mucha preocupación los españoles tras el desbaratamiento del Tahuantinsuyo al ver que tras saberse que el Cuzco no mandaba, abandonaron el uso del quechua y retornaron a hablar sólo sus lenguas originarias. Como podemos ver, es adoptado y usado como lengua ‘oficial’, de tratos diplomáticos y para poder administrar territorios ganados al imperio, la quechuización era un hecho en las élites regionales. Pero debemos recordar que, si el quechua ya era hablado antes del imperio, lo que estos hicieron fue afianzarlo y llevarlo aún más lejos. Pero, mucha población común y corriente (la masa campesina y pescadora) mantenía sus propias lenguas. Esto lo notaron con mucha preocupación los españoles tras el desbaratamiento del Tahuantinsuyo al ver que tras saberse que el Cuzco no mandaba, abandonaron el uso del quechua y retornaron a hablar sólo sus lenguas originarias. Como podemos ver, el quechua, durante el Tahuantinsuyo, , tuvo un rol similar al del español en el virreinato: era una lengua de dominación y para tratar con quienes habían impuesto su autoridad. Esto, obviamente, fue más notorio en la costa y sierra norte o el altiplano donde exitosas lenguas como el mochica, el quingnam, el culle o el puquina habían pasado a segundo plano gracias al quechua.
El quechua hoy
De acuerdo a información del Ministerio de Educación publicada en el Documento Nacional de Lenguas Originarias del Perú (2013), el quechua es una de las lenguas indígenas vigente, se habla en los departamentos de Apurímac, Huancavelica,Ayacucho, Cuzco, Puno, Áncash, Junín, Pasco, Huánuco, Cajamarca, Moquegua, Arequipa, Loreto, San Martín, Madre de Dios Lambayeque, Ica, Lima, La Libertad, Piura, Tumbes, Amazonas y el Callao. De estos el Callao, Piura, Tumbes y La Libertad son de reciente registro. Se le habla tambien en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia y Ecuador. De acuerdo al Atlas Sociolinguístico de pueblos indígenas de América Latina de la UNICEF (2009) el número de quechuas en el Perú era de 3’ 360, 331.
Si bien sabemos que existieron sistemas de escritura en el Antiguo Perú, estos aún no se pueden leer y desconocemos si sus grafemas representan sonidos[3]; por tanto se debe adoptar un alfabeto adaptado del sistema occidental en uso hoy para poder trascribir el quechua a un sistema de escritura compatible con el usado en buena parte del mundo actual. Este alfabeto es de carácter oficial y fue normalizado mediante la Resolución Ministerial 1218-85-ED. Hacia el 2013 existían 12,483 instituciones educativas bilingues donde se imparte educación en quechua y castellano, en muchas de ellas con el quechua como primera lengua.
Lamentablemente, el quechua es una lengua que pierde poco a poco su papel preponderante en el Perú. La carencia de literatura escrita en quechua hace que aprender en esta lengua no de mucho futuro a la niñez que lo habla; la presión de la educación superior o de la realidad urbana –peor aún en lugares como Lima– hace que este sea abandonado poco a poco, se le niegue y no se le enseñe a la siguiente generación. De ser la orgullosa lengua adoptada por una élite que construyó un imperio, de ser la lengua indígena elegida por el imperio español para evangelizar los andes y la amazonía, se ha convertido ahora en casi un producto museográfico. Usado patéticamente por personas u organizaciones que quieren teñirse de un aura indígena sin serlo o sólo por lucir “inclusivos”. Una tarea urgente es escribir literatura, no sólo de nivel básico; sino también superior, realizar traducciones de obras clásicas e iniciar la labor de crear instituciones de educación superior donde se imparta conocimientos en quechua. Sólo así este dejará de desaparecer, lenta e inexorablemente. . Sólo así este dejará de desaparecer, lenta e inexorablemente. Los intentos en la costa norte de revitalizar la lengua mochica son pruebas que, definitivamente, no todo está perdido para el quechua como algunos apocalípticos hispanistas desean. Si una lengua muerta como el son pruebas que, definitivamente, no todo está perdido para el quechua como algunos apocalípticos hispanistas desean. Si una lengua muerta como el mochica[4] es revalorada, como no dar mayor fuerza al quechua. Necesitamos noticieros, programas de radio, más música, teatro, libros en quechua y sus diversos dialectos… de esta manera será una lengua verdaderamente viva y no una imposición de quienes añoran imperios desaparecidos.
Departamento de Estudios en Arqueología e Historia -DEAH
Pedro Vargas Nalvarte, Jefe de Departamento, Licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Magister en Lingüística por la misma casa de estudios, investigador del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural UNMSM y de la Asociación Peruana de Arte Rupestre.
Referencias
CERRON PALOMINO, Rodolfo. (1987). Linguística quechua. Centro de estudios rurales andinos Bartolomé de las Casas. Cuzco.
Ministerio de Educación. (2013). Documento Nacional de Lenguas originarias del Perú. Ministerio de Educación, Lima.
TORERO, Alfredo. (2002). Idiomas de los andes Lingüística e Historia. IFEA y Editorial Horizonte, Lima.
Notas
[1] Idea, obviamente superada, sabemos que los orígenes de la civilización en el antiguo Perú se remontan al 3500 aC con la Civilización Caral de la costa Norcentral del Perú.
[2] Incluso a nivel genético de acuerdo a los estudios de Ricardo Fujita y José Sandoval de la Universidad San Martín de Porres.
[3] Lo más probable es que se traten de sistemas más parecidos al chino tradicional, en el cual más que sonidos tenemos representación de ideas; es decir, se tratarían de escrituras logográficas.
[4] El mochica es una lengua muerta, sin embargo, el Gobierno Regional de La Libertad solicitó que su alfabeto sea normalizado (MINEDU 2013: 92). Esto, más allá de si se da o no, nos muestra que se puede despertar el interés de autoridades y el pueblo para recuperarla.
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