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  • Foto del escritorIsrael Lira

El Fin del Castillismo

Actualizado: 24 dic 2022



En enero del presente año, comentábamos los pormenores de la entrevista que le realizara el periodista Fernando del Rincón para CNÑ al en ese entonces Presidente Constitucional del Perú Pedro Castillo, precisando que «…el Castillismo, por propia mano, da luces inequívocas de que nació muerto o está en proceso de defunción». Asimismo, precisábamos en esa misma línea, y casi con facultades premonitorias (que dado el desenvolvimiento del gobierno tampoco eran muy difícil de preverse) de que el Castillismo se iba acercando a dos escenarios que en su oportunidad nos tomamos la libertad de especular, en el sentido que el gobierno tenía tres posibles finales que en resumidas cuentas perfilábamos como siguen:


El primero de ellos era la progresiva degeneración de la gobernabilidad en la figura del Presidente Castillo por su vinculación en sospechas de corrupción; el segundo era, que no necesariamente es excluyente del primero, que Castillo no cumpliera las expectativas ciudadanas en lo que ha cambios estructurales se refiere y diera luces de su incapacidad plena para dirigir de forma eficiente las políticas de Estado y de mostrarse fuerte frente a un Congreso ya caracterizado por unas posturas de obstruccionismo y revanchismo político (a veces fundadas otras veces con acusaciones que llamaban a la duda razonable); y el tercero, que era el final más optimista pero ciertamente utópico (tratándose de nuestra política nacional), de que Castillo representara un quiebre en la historia política del Perú, superando las vallas de su falta de preparación con un buen asesoramiento, buena gestión pública y una renovación moral de la política peruana, es decir, que mantuviera su postura inicial de nacionalismo conservador de izquierda. Al estado de acontecimientos actuales, es fácil reconocer, y como dijimos en su oportunidad, que el Castillismo se iba acercando a los dos primeros escenarios, al escenario de las sospechas de corrupción conjuntamente con el de la incapacidad para gobernar de forma eficiente.


Bien, hechas las primeras aproximaciones al tema, y con los acontecimientos del pasado 7 de diciembre, es decir, con la declaratoria presidencial de cierre del Congreso y ya al momento de la presente intervención con Dina Boluarte como nueva Presidente de la República (y que ya inclusive designó el gabinete ministerial que la acompañará en su gestión hasta el 28 de julio de 2026), podemos efectuar un balance final de los 497 días (1 año, 4 meses con 7 días) que duró la intentona de gobierno castillista (desde el 28 de julio de 2021 hasta el ya mencionado 7 de diciembre de 2022) porque eso si hay que reafirmarlo, a Castillo el Congreso de la República no lo dejó gobernar, eso es un hecho harto conocido, sin embargo, también es un hecho que Castillo dio razones gratuitas al Congreso para que este tuviera una postura altamente crítica, altamente revanchista, altamente despreciativa de todas las políticas de gobierno que intentaba implementar Pedro Castillo, y eso se comprueba con el nombramiento de poco más de 70 ministros en todo el periodo que llevó su gobierno ¿Quién puede gobernar de forma eficiente con tal inestabilidad en el propio seno del aparato gubernamental? Nadie. Con estas precisiones pasamos a tocar los puntos álgidos de la crisis peruana:


1. El cierre del Congreso: En un sentido formal, como quiebre del orden constitucional, se puede hablar de un intento de golpe de Estado, y así la llamada prensa internacional lo ha tomado, ya que en efecto nunca hubo una negación de confianza de dos Consejos de Ministros en el sentido literal que manda la normativa constitucional peruana (Art. 134º de la Constitución) para que el Presidente se encuentre debidamente habilitado para disolver el Congreso, lo que implica que Castillo quiso anticiparse al debate de su tercera moción de vacancia (la vacancia, se podría decir que es la contraparte de la facultad de disolución del Congreso que tiene el Presidente, siendo la vacancia la facultad que tiene el Congreso para, dicho de forma simple, liquidar al Presidente por diversos motivos dispuestos en el artículo 113º de la Constitución, entre los cuales uno de ellos es la incapacidad moral permanente, causal de vacancia que no está definida en la Constitución y que por ello se ha venido usando por el Congreso en un sentido amplio, en el sentido de juicio de ética política). Cabe recordar brevemente las razones de las dos vacancias anteriores. La primera vacancia (en noviembre de 2021) y la segunda (en marzo de 2022). Tanto la primera como la segunda fueron promovidas por los partidos de derecha neoliberal conservadora (Fuerza Popular –de Keiko Fujimori–, Renovación Popular –de Rafael López Aliaga– y Avanza País –de Hernando de Soto–), y versaron sobre varios cuestionamientos, entre ellos algunos como designación de ministros incapaces para el gobierno o vinculados al terrorismo, por declaraciones que generaban incertidumbre económica como la nacionalización del gas, y su negativa a rendir cuentas a la sociedad por reuniones clandestinas con empresarios, políticos y funcionarios de Estado fuera del Palacio de Gobierno. Pero estas vacancias no llegaron a la mayoría de votos necesaria para su aprobación (que es un mínimo de 52 Congresistas). Finalmente, la tercera moción de vacancia que iba a ser debatida el 7 de diciembre, iba básicamente en el mismo sentido que las dos primeras, resaltando el tema de las investigaciones por corrupción del entorno cercano de Castillo. Es de precisar que a la fecha Castillo tiene seis investigaciones por corrupción en investigación preliminar.


Sin embargo, y volviendo al tema de la denominación del cierre del congreso como golpe de Estado, en un sentido de fondo, se pone en tela de juicio tal denominación porque un golpe de Estado por más simplón que sea, tiene al menos el apoyo de un sector de la Fuerzas Armadas y aquí Castillo estaba completamente sólo, adoptó una medida trascendental sin apoyo de nadie. Tan es así que luego de la declaración de cierre todos sus ministros renunciaron en cadena, siendo Betssy Chávez, la última en renunciar al cargo de Presidenta del Consejo de Ministros, a la que se le atribuye conocimiento pleno del comunicado que iba a efectuar el Presidente ese día. Asimismo, luego del comunicado presidencial, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas se apresuro a declarar su no acatamiento por infracción directa al orden constitucional en su Comunicado No.001-2022-CCFFAA-PNP del mismo día.


La medida adoptada por Castillo el 7 de diciembre aún se les presenta a muchos (inclusive para sectores de la propia izquierda peruana e inclusive para el propio Perú Libre) como un total misterio de por qué Castillo tomo tamaña decisión que no lo beneficiaba en nada, ya que al momento del cierre del Congreso sus índices de aprobación eran del 24% en Diciembre (a diferencia del 53% en Julio de 2021), mientras que el Congreso tampoco se quedaba atrás con un 11% de aprobación. Es decir, tanto Ejecutivo como Legislativo estaban con índices de aprobación bastante bajos.


2. ¿Quién es Dina Boluarte?: Por otro lado, cabe preguntarse ahora ¿Quién es Dina Boluarte? Bueno Dina Boluarte era la vicepresidente de Pedro Castillo, pero que luego seria defenestrada por el propio partido Perú Libre, al declarar esta que no se sentía identificada con el ideario del partido, por lo cual la Comisión Regional de Disciplina de Perú Libre decidió expulsarla en enero del presente año, por “falta grave” por haber promovido el quebrantamiento de la unidad partidaria de la agrupación y el “desprestigio” de sus autoridades y afiliados. Es decir que, Dina Boluarte fue una oportunista desde un inicio (que representó al ala más liberal dentro de Perú Libre, vinculado a ideas progresistas de políticas de género y al Foro de Davos al que asistió en el presente año) y que ha aprovechado el vacío de poder generado por la autoliquidación de Castillo, y que en este punto no dudamos tal vez en que Dina Boluarte haya tenido algo que ver, ya que llama la atención que en un inicio y ante la primera moción de vacancia ella afirmó que si vacaban a Castillo ella también se iría y sus palabras textuales fueron: Si al presidente Pedro Castillo lo vacan, yo me voy con él”. Contrario a ello, ahora la vemos entronizada como Presidenta de la República, es decir Castillo fue utilizado descaradamente o al menos eso parece, por una izquierda liberal, y Dina Boluarte entra al poder también con serios cuestionamientos por corrupción, particularmente por su involucramiento en lavado de activos para el financiamiento de Perú Libre.


3. Las crisis políticas periódicas: Sin embargo, cabe también reafirmar que estas crisis políticas, y hay que poner énfasis en que son solo políticas, ya que el Perú continúa mantenimiento su sitial como una de las economías más estables en la región de América Latina y el Caribe, esto a nivel macroeconómico, ya que a nivel microeconómico es donde se encuentran las falencias que el pueblo peruano siempre pone en crítica sobre la actual forma de entender el modelo de economía social de mercado, ya que para muchos aún falta el énfasis en ese elemento social. Como comentábamos, las crisis políticas no son de ahora, comenzaron con el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, luego con Martin Vizcarra, para seguir con Manuel Merino y acabar (o es eso lo que se creía) con Francisco Sagasti y luego con la victoria de Pedro Castillo en las elecciones de 2021, y ahora con Dina Boluarte. Es decir, un total de 6 presidentes en un lapso que va desde el 28 de julio de 2016 al 7 de diciembre de 2022 (6 años, 4 meses y 7 días).


Al respecto, la pregunta que nos asalta es: ¿Cuál es el origen de esta constante inestabilidad política peruana? Dentro de muchos factores, consideramos que uno neurálgico es la estructura político-jurídica constitucional que estableció la dictadura neoliberal fujimorista y que permite al Ejecutivo y al Congreso liquidarse mutuamente. Esto como se ve es un arma de doble filo, ya que puede liberarnos de una mala gestión presidencial como sujetarnos a una dictadura congresal y viceversa. Derivado de ello, podemos afirmar asimismo que, estas crisis periódicas son la inevitable consecuencia del agotamiento del sistema político liberal peruano de democracia representativa (ante una fuerte demanda de políticos preparados y probos y una espuria oferta de políticos de estas características) y de república constitucional (donde se ha perdido el equilibrio en la separación de poderes por una cada vez mayor injerencia del Poder Legislativo en la política nacional que en lugar de percibirse como control del Poder Ejecutivo se perfila como contendiente revanchista). No es de sorprender que en torno a esto último se hable, desde los tiempos de Pedro Pablo Kuczynski, de una dictadura congresal (cuando Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, era mayoría en el Congreso, con 73 de los 130 congresistas).


4. Requiem in peace Sr.Castillo: Finalmente, el legado del Castillismo en la historia política nacional fue la máxima expresión de como una figura política puede generar un quiebre total de la representatividad a nivel nacional al no poder renovar el vínculo representativo con la ciudadanía por la falta de preparación, y en esto último lo citamos al propio Castillo que ha sabido reconocer ello: «…soy…un hombre del campo que está pagando errores por su inexperiencia» (07.12.2022). Siendo esto la marca característica de los 497 días de gobierno castillista, en donde salvo una (i) Segunda Reforma Agraria que se anunció con gran entusiasmo; (ii) el anuncio de que Petroperú retornará a la producción de Petroleo y Gas luego de 25 años, así como la estabilización del precio del GLP y rebaja del precio del Gas destinando 200 millones al FISE (Fondo de Inclusión Social Energético); y (iii) el cobro de deudas millonarias a las grandes empresas por parte del fisco que ascendieron a S/. 5,400 millones; siendo que los efectos de todo ello aún están por verse, aparte de ello, no se tienen mayores logros de impacto por parte del gobierno, caracterizado por la rotación insana de ministros anteriormente mencionada. El Castillismo se suma a otras intentonas en la historia de nuestro continente, como el tristemente recordado Ollantismo, que pretendieron significar un quiebre en la historia política nacional, desde un nacionalismo conservador de izquierda, pero que terminaron luego dentro del espectro de la izquierda liberal (ya que en su discurso de cierre del Congreso, Castillo al contrario del ideario original de Perú Libre que llamaba a superar la orientación neoliberal de la Economía Social de Mercado por el de Economía Popular con Mercados, terminaría por ensalzar el actual modelo sin matices como: «…tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario…») por las presiones mediáticas y políticas del empresariado y los partidos de derecha que generan el marco para que el control político y narrativo siempre este orientado a sus intereses, pero sin contrapropuestas de por medio, sino simplemente como mantenimiento del status quo y el revanchismo político, ya que al final del Castillismo, ya Castillo no contaba con el apoyo de Perú Libre como bancada y eso se refleja en las declaraciones del vocero de Perú Libre Flavio Cruz: «Yo no sé qué paso por la cabeza del Presidente para prácticamente dar un golpe de Estado» (08.12.2022). El final de estos acontecimientos no podía ser otro que, una oportunidad más perdida de la izquierda peruana para demostrarle al pueblo peruano que pueden gobernar de forma eficiente. Por ello es que las protestas en curso tienen razones variadas, un sector minoritario claramente quiere que se reponga a Castillo, mientras que un sector mayoritario desea un adelanto de elecciones generales. Ya veremos en los próximos días como se suceden los acontecimientos en esta tierra de los Incas y es porque ese es siempre el anhelo peruano, parafraseando a Flores Galindo, la búsqueda de un Inca, de un gobernante virtuoso y sabio que resuelva de un plomazo todos los problemas del país en sus formas más románticas, característica de la gran mayoría de los utopismos andinos.


Como colofón es claro que, si la democracia liberal es la que falla, es hora de buscar otra forma de democracia. Una democracia iliberal. Para que opciones de gobierno soberanistas y patrióticas sean sustentables en el tiempo y con ello ver realizado sus programas y propuestas políticas de renacimiento nacionalista, ya que estamos seguros que ante la aparición de un movimiento auténtico, que hasta ahora no asoma sus luces (ya que hasta la fecha solo nos han tocado, espasmos y pareidolias), y ante unas medidas de re-estructuración del Estado por parte de un Ejecutivo de amplio espíritu reformista, el Congreso (tal cual como es en estos días) no dudaría en obstruir las grandes transformaciones que les parezcan contrarios a sus intereses lobbistas formando parte de un círculo vicioso pro status quo (no decimos y viceversa, ya que no recordamos por el momento algún Congreso peruano que haya tenido un espíritu realmente reformador en la historia del Perú, por lo general, las grandes transformaciones sociopolíticas y económicas del Perú, fueron mediante Decretos Ley).



Israel Lira, Derecho y Ciencia Política por la Universidad de Lima. Director Adjunto del Centro de Estudios Crisolistas (CEC) y Jefe del Departamento de Estudios en Filosofía, Política y Economía del CEC, miembro del Consejo Directivo de la Sociedad Peruana de Filosofía (SPF) para el periodo 2020-2022, investigador independiente, columnista y ensayista. Asesor Técnico-Legal en Contrataciones con el Estado, Arbitraje y Juntas de Resolución de Disputas.


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